03 septiembre 2006

¿Por qué nos odian?

La ceguera de EEUU con relación a las acciones de Israel es una razón principal

¿Por qué nos odian? Si no fueran suficientes las mortíferas consecuencias de la política de EE.UU. en la crisis de Líbano...

Por Max J. Castro


“¿Por qué nos odian?” Es la pregunta que extrañados norteamericanos comenzaron a hacerse el 11 de septiembre de 2001, y que han seguido haciéndose desde entonces.

No hay una respuesta única y sencilla. Y nada justifica los ataques terroristas como los del 11 /9. Pero si hay un factor, más que ningún otro, que contribuye a la indignación islámica/árabe con Estados Unidos, es el apoyo incondicional de este país a las acciones del estado israelí incluso cuando esas acciones producen enormes pérdidas de vida y sufrimiento al pueblo árabe.

Las acciones de EEUU en la reciente crisis de Líbano reflejan esta actitud de EEUU de forma especialmente descarada y transparente. Durante semanas, mientras Líbano se desangraba e Israel bombardeaba, Estados Unidos bloqueó las iniciativas internacionales para terminar con las muertes, justificó cada uno de los actos israelíes y trató de culpar de la carnicería a las otras partes, principalmente a Hezbolá, pero también a Irán y Siria. El total de muertes por la guerra es más elocuente que cualquier racionalización. Las cifras más recientes muestran 1 130 civiles libaneses y 44 civiles israelíes muertos en la guerra. Por tanto, las bombas israelíes mataron 25 veces más civiles libaneses que los muertos en Israel por los cohetes de Hezbolá.

Pocos en los medios principales cuestionaron el firme esfuerzo de la administración Bush por justificar las tácticas israelíes, incluso cuando aumentaban las desbalanceadas cifras. Una de las pocas excepciones fue Helen Thomas, la batalladora decana de los corresponsales de la Casa Blanca, quien se ha enfrentado repetidas veces a la administración en este tema, la más reciente en la conferencia de prensa del Presidente Bush el 21 de agosto.

Esta es la trascripción del intercambio Bush-Thomas:

THOMAS: Israel violó su palabra dos veces en la tregua. Y usted mencionó los cohetes de Hezbolá, pero son las bombas israelíes las que destruyeron a Líbano. ¿Por qué usted los justifica siempre? ¿Y cuál es su opinión acerca de esta ruptura de (INAUDIBLE) la tregua?

BUSH: Me gusta recordar a la gente cómo comenzó esto. Cómo todo esto, cómo el daño a la vida inocente –lo cual me molesta– qué fue lo que causó

(HABLAN AMBOS)

Permítame terminar. Señora, por favor, permítame terminar la pregunta.

Es una buena pregunta, para empezar, para proseguir con un poco. Sé que está esperando mi respuesta –¿no es cierto? – conteniendo la respiración. Esto nunca hubiera ocurrido si una organización terrorista –un estado dentro de otro estado– no hubiera lanzado ataques contra una nación soberana.

BUSH: Desde el inicio, he dicho que Israel, uno, tiene el derecho a defenderse, pero Israel tiene que ser cauteloso de cómo se defiende. Israel es un gobierno elegido democráticamente. Ellos toman decisiones acerca de su propia soberanía. Es su toma de decisiones lo que lleva a las tácticas que seleccionan.

Pero el mundo debe comprender que ahora es el momento de unirse y enfrentarse a la causa primordial del problema, y el problema es que hay un estado dentro de otro estado. Hay gente que lanza ataques contra una nación soberana sin el consentimiento del gobierno en el país en el que se encuentra.

Y por eso es muy importante para nosotros –los que estamos involucrados en este proceso–llevar una fuerza internacional a Líbano para ayudar al gobierno libanés a alcanzar algunos objetivos.

BUSH: Una es su capacidad de ejercer el control en todo el país. Segundo es garantizar que las fuerzas de Hezbolá no se rearmen, no obtengan armas de Siria o de Irán a través de Siria, para poder continuar sembrando el caos en la región.

La respuesta de Bush, que se centró en un análisis decididamente unilateral y no respondió la pregunta de las violaciones israelíes de cese al fuego, es en sí un ejemplo de lo que Thomas cuestionaba: la disposición de esta administración a justificar siempre a Israel.

Muchos en el mundo, en especial las organizaciones internacionales de derechos humanos, no están tan dispuestas a dar excusas para las acciones israelíes que han provocado muerte y destrucción en masa. El 23 de agosto, dos días después de la conferencia de prensa del Presidente, Amnistía Internacional (AI) acusó a Israel de perpetrar crímenes de guerra en Líbano.

El informe de AI cita evidencia que indica la deliberada destrucción de la infraestructura civil. Según AI, “La más reciente publicación de la organización muestra cómo la destrucción por parte de Israel de miles de hogares y ataques a numerosos puentes y carreteras, así como a plantas de agua y almacenamiento de combustible, fue una parte integral de la estrategia militar de Israel en Líbano, en vez de un ‘daño colateral’ resultante de la decisión legal de atacar objetivos militares”. La organización de derechos humanos dijo que su informe “refuerza el caso a favor de una investigación urgente, total e independiente de la ONU de las graves violaciones al derecho humanitario internacional cometidas tanto por Hezbolá como por Israel durante su conflicto de un mes”.

Kate Gilmore, Vice Secretaria General Ejecutiva de Amnistía Internacional, dijo: “La aseveración por parte de Israel de que los ataques a la infraestructura eran legales es manifiestamente errónea. Muchas de las violaciones identificadas en nuestro informe son crímenes de guerra, incluyendo los ataques indiscriminados y desproporcionados”.

Otras respetadas organizaciones de derechos humanos han llegado a idénticas conclusiones. El 3 de agosto, un periódico israelí reportó: “Los militares de Israel parecen haber bombardeado deliberadamente a civiles en Líbano y algunos de sus ataques constituyen crímenes de guerra, dijo el jueves el grupo de derechos con sede en EEUU Human Rights Watch (Vigilancia de Derechos Humanos).

Se podría pensar que el hecho de que un país armado y apoyado económica y diplomáticamente por Estados Unidos hasta el grado máximo haya cometido crímenes de guerra provocaría urgente y preocupantes preguntas entre líderes y medios de EEUU. Que no haya sucedido es muy revelador.

Incluso los fuertes indicios de que Israel usó bombas de racimo norteamericanas contra objetivos civiles, en aparente violación de un acuerdo con Estados Unidos, no ha provocado indignación. Mientras las bombas de racimo continúan matando e hiriendo a civiles incluso después del cese al fuego, las contorsiones que algunos en EEUU están dispuestos a realizar para justificar a Israel e incluso para elogiarlo, alcanza a veces proporciones ridículas. Tal fue el caso de un artículo por William M. Arkin que apareció en el sitio web del Washington Post el 28 de agosto:

Hay un rayo de esperanza en la insistencia de Israel de que el uso que ellos han hecho de las bombas de racimo en Líbano se ajusta a las normas internacionales.

Esperanza porque más allá de las horrorosas historias de niños que encuentran las pequeñas bombas sin estallar del tamaño de juguetes, y más allá de las promiscuas acusaciones de crímenes de guerra, Israel al menos reconoce que existen normas de uso más allá del blanco y negro del “derecho internacional.

Pero Israel está errado en su aseveración de que su uso en Líbano se ajusta a la práctica internacional.

¿Por qué nos odian? Si no fueran suficientes las mortíferas consecuencias de la política de EE.UU. en la crisis de Líbano, la respuesta de Bush a Helen Thomas y el ensordecedor silencio en Estados Unidos en respuesta a las acusaciones creíbles de los crímenes de guerra israelíes, entonces el artículo de William Arkin debiera remachar el asunto. ¿Crímenes de guerra? ¿Niños muertos por bombas de racimo? Vayamos más allá de las “promiscuas acusaciones” y “horrorosas historias” y hablemos acerca de lo que es realmente importante, ese “rayo de esperanza en la insistencia de Israel de que el uso que ellos han hecho de las bombas de racimo en Líbano se ajusta a las normas internacionales.”

Tomado de: fttp://www.progresosemanal.com

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