Fecha de publicación: Miércoles, 05/04/06 06:58pm
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En declaraciones a Globovisión (5-5-06), el ex ministro de Justicia, Fermín Mármol León, le pidió al gobierno y fiscalía que no politizaran el caso del abominable asesinato de los hermanos Faddoul y Miguel Rivas, pero inmediatamente después asegura que un crimen tan horrendo "jamás se había cometido en Venezuela [y] en otro país tumba a un gobierno."
Resulta realmente deplorable que dirigentes y personalidades de la oposición utilicen un crimen de este calibre para "calentar la calle", hacer causa política y pretender "tumbar al gobierno". Si bien es cierto que la ciudadanía tiene razones de sobra para protestar ante el gobierno y las instituciones que administran justicia en Venezuela por los altos niveles de inseguridad que afectan a toda la población, sin distinción política, dirigir la protesta hacia la defenestración del gobierno en lugar de exigir soluciones estructurales en el ámbito policial, legal y judicial, debe ser repudiado por todo el país, ya que lejos de solucionar el problema de inseguridad, lo que hace es incrementar la confrontación, la intolerancia, la exclusión social, el crimen y la impunidad.
Las razones políticas de Mármol León son totalmente infundadas. Un estudio oficial (NISMART-2, 2002) sobre niños desaparecidos en Estados Unidos, revela que más de 58 mil fueron secuestrados por personas extrañas a su entorno, casos que usualmente terminan en tortura, violación y asesinato. Esta misma semana, un canadiense hizo explotar a su ex esposa y tres hijos de 12, 9 y 6 años de edad a pesar de haber sido denunciado con la policía en innumerables ocasiones, ocasionando rabia e impotencia en la sociedad por la inoperatividad de los organismos de seguridad que debieron proteger a la familia. Evidentemente que estos crímenes brutales no han desestabilizado a los gobiernos de Estados Unidos y Canadá.
Mármol León también parece olvidar que hace menos de 4 años, el entorno de seguridad de los militares golpistas sublevados en Plaza Altamira, al mando de Felipe "El Cuervo" Rodríguez, torturó y asesinó a tres jóvenes soldados y sus respectivas novias por supuestamente filtrar información de sus actividades conspirativas a "círculos chavistas". Una niña de apenas 14 años, logró sobrevivir a las torturas y disparos de escopeta que le hicieron para denunciar a los asesinos que hoy son recibidos con los brazos abiertos por la misma oposición que llama a "tumbar el gobierno" por el abominable asesinato de los hermanos Faddoul y Miguel Rivas.
Igualmente, Mármol León y otros dirigentes oposicionistas pretenden discriminar los asesinatos cometidos en Venezuela de acuerdo a la procedencia social. Sin desestimar el dolor que embarga a las familias Faddoul y Rivas, es de hacer notar que existen cientos de jóvenes victimas de los azotes de barrio y bandas armadas, así como niños que quedan atrapados en la línea de fuego de bandas rivales, o que son violados y torturados sin que se le mueva la fibra emocional a la clase media y alta venezolana que ve en los cerros a otro país lejano a su propia realidad. Solo basta recordar el caso del niño limpiabotas "crucificado" en las riberas del Guaire, o el liceísta que murió de un disparo de metra por la policía metropolitana durante el gobierno de Caldera y ante la mirada inerte de Teodoro Petkoff, quien hoy descarga toda su verborrea politiquera para acusar al gobierno de promover el hampa y la delincuencia.
Lo cierto es que más allá de la manipulación que la oposición quiere darle a este abominable crimen por razones políticas, el gobierno, Asamblea Nacional, Poder Judicial y Ministerio Público tienen el reto ineludible de darle respuestas a la población venezolana sobre los altos niveles de inseguridad que paradójicamente afecta mucho mas a la población de menos recursos que apoya la gestión de gobierno, pero que suele ser victima de asesinatos, violencia, prostitución y drogas.
Existe un claro convencimiento de que solo la Revolución Bolivariana en el marco del socialismo del siglo XXI pueda darle respuestas estructurales sostenibles y permanentes a la problemática coyuntural de la seguridad que a su vez permita vencer la pobreza y garantizar la seguridad humana.
Pero la revolución necesita que el Estado tome medidas ciertamente REVOLUCIONARIAS.
O inventamos o erramos, o nos lleva el diablo...
(*) Internacionalista
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