Editorial VEA, 10/04/2006
A pesar de todo el empeño de los señoriales dirigentes de Primero Justicia para transformar la justa protesta en estallidos contra el gobierno del Presidente Chávez, no pudieron.
Globovisión y Primero Justicia pretendían cabalgar sobre el dolor y la solidaridad de estudiantes y familiares para organizar un nuevo asalto al Poder. No pudieron.
Las "trancas" de autopistas y la paralización parcial del tránsito en Caracas, impuestas en forma atropellada y abusiva, que Globovisión pretendía prolongar "hasta que se haga justicia" y "no abandonaremos las calles hasta lograr los objetivos", no encontró eco en la población.
Ni siquiera tuvieron fuelle para montar una docena de "guarimbas" anárquicas e incendiarias como en la última intentona. A las 8 de la noche ya había vuelto la normalidad en las zonas afectadas, escasas por cierto.
No sólo la Gran Caracas, el pueblo en colectivo, se mantuvo al margen de la provocación, sino también incluso el exclusivo Este, en donde tanto asiento tiene la prédica contrarrevolucionaria. Las pandillas de patoteros que antes les bastaba una arenga con el rugir de sus automóviles deportivos de último modelo, esta vez no pudieron.
No pudieron y no podrán, porque los tiempos han cambiado; porque no hay nada serio y trascendente en el discurso de los enemigos crónicos de Chávez, ni tiene atractivo anidar en el regazo de Bush para agredir a Venezuela.
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