Por: Michel Balivo
Comenté que comencé a escribirlos por el deseo de compartir lo vivido, de difundir nuestra revolución. Siempre teniendo en cuenta dos intenciones centrales. No andarme por las ramas, no enfocar los problemas aislados, puntuales, sino tratar de ir a sus raíces, a lo esencial, para poder verlos y en consecuencia solucionarlos en estructura.
En primer lugar porque es más eficiente y económico, de una vez resuelves todo. Luego porque es inútil atacar los múltiples síntomas si no detectas el proceso de transformación profundo que están poniendo en evidencia. Y en tercer lugar porque es la única solución real, radical, sostenible, duradera.
La segunda intención tiene que ver con la sencillez. Mientras haya a mano explicaciones simples me parece inútil utilizar lenguajes especializados, largos y complejos discursos fuera del alcance de la mayoría. Cuando lo que realmente nos interesa es la comprensión necesaria y suficiente para corregir prácticamente, aquí y ahora tales situaciones.
Entonces quiso saber el por que de mi condición para reunirnos. Expliqué que era justamente lo que el había pedido. Para saber lo que sucede de primera mano, es necesario sacarse los interesados anteojos con los que uno filtra y organiza habitual y desapercibidamente la realidad. Dejar de mirar como político y escritor era un modo de relacionarnos como simples seres humanos que hacen lo mejor que pueden en la vida.
Era tratar de vivir en paz con la propia conciencia para poder dormir como un niño, aceptar los múltiples errores y aciertos cometidos y por cometer, en lugar de aparentar una imagen ficticia.
Ese es el primer y más simple modo de acercarse a lo que está sucediendo en Venezuela. Le conté de todo un poco con el apasionamiento que no puedo evitar cuando hablo de nuestra revolución. Le interesó particularmente lo de las misiones. En un momento dado preguntó si eran viables y sostenibles en el tiempo, si eran una solución real como yo proponía.
Le dije que estaba haciendo trampa, que había prometido no ponerse el uniforme de político. Me miraba sin comprender, así que agregué que las misiones no eran un tema que ameritara discusiones abstractas, ideológicas, económicas. Sino una guerra urgente e impostergable contra la miseria, el hambre, el dolor, la enfermedad y la muerte que acechaba a la gran mayoría, como resultado de nuestra forma de vida. No hablamos ni siquiera de derechos humanos, sino de simple supervivencia animal de la especie.
Cuando empiezas a analizar si darle de comer a la gente es viable y sostenible, estás sacando el tema del contexto apropiado. Si aún no lo entiendes podemos hacerte un ayuno de unos días o semanas. Pero eso si, te dejamos la televisión para que allí diserten y filosofen sobre la esencia culinaria y las maravillas de los refinados sentidos del gourmet.
No necesitamos meternos en aguas más profundas, aquí nomás en la orillita ya podemos ver que después de miles de años, de toda una historia de artes, ciencias, tecnologías, organizaciones sociales que inevitablemente se han desarrollado en torno a la satisfacción de las necesidades básicas, tenemos una gran mayoría humana en la más denigrante miseria.
De eso se tomó conciencia en Venezuela. Pero no en una forma estática, pasiva. Sino que todo eso se experimentaba como creciente tensión y violencia social, que inevitablemente de no ser corregida cual dirección, iba a estallar en destrucción masiva y masacre del pueblo.
No voy a entrar en detalles de la interminable, insufrible complejidad burocrática en que hemos convertido nuestras relaciones e instituciones sociales. Constituciones, leyes, referendos, fundación de asambleas constituyentes, todos ellos imprescindibles trámites para poder intentar comenzar a darle alimentación, salud y educación decente a nuestra gente.
Pero fue ese simple intento lo que desató un pandemonio, un aquelarre de golpes de estado, boicots petroleros, asesinatos de sus propios participantes en las manifestaciones que convocaban para culpar al gobierno.
Dejar al pueblo sin gas ni alimentos para doblegarlos, todos los medios de comunicación sin pausas publicitarias ni otra programación que aterrorizar a la gente e incitar a la violencia. Organizar acciones violentas y filmarlas para difundirlas luego, etc., etc., etc.
Todas las reglas de juego democrático demostraron que eran para cuando gobernaban ellos, imponiendo sus sistemas de intereses y para los tontos que creían en obedecerlas, pero jamás para someterse ellos a una justicia igual para todos, por encima de la cual se consideraban. No hace falta meterse en mayores complejidades porque todo se reduce esencialmente a eso. Ante tal intento humanitario, las fuerzas que operaban subterráneamente mientras no fueron confrontadas, afloraron a la superficie, al escenario público cotidiano con intensidad y violencia sorpresiva, inusitada, ante la mirada incrédula de todos.
Y fue así como comenzamos a tomar conciencia del modelo y sistema económico organizador de la sociedad, dentro del cual habíamos vivido hasta ahora desapercibidamente, al cual sería necesario enfrentar y superar para poder concretar la nueva dirección.
Se suponía que algo tan simple como equilibrar las diferencias hereditarias naturales, era el motivo y la justificación de toda constitución, leyes y organización social. Pero luego de miles de años estábamos peor que al principio.
Porque a todo ello habíamos sumado la complejidad de las funciones especializadas en tal historia social, como la de político y escritor por ejemplo, que no hacen sino intermediar y traducir a complejos lenguajes los simples lenguajes sensuales de las necesidades, el dolor y el placer. Agregándole ahora las desigualdades histórico sociales heredadas.
Guardé entonces silencio mirando directamente a los ojos a mi interlocutor. Mantuvo mi mirada intensa con sinceridad e interés en espera de que continuase. Como no lo hice, tras un momento me preguntó porqué y como creía yo que habíamos llegado a estas circunstancias. Contesté con una sonrisa que en primer lugar me gustaba que se hubiese quitado su uniforme de político y dejado de hacer trampas, ya que cuando menos así podíamos intentar entendernos en las cosas más sencillas, sin que nuestros intereses habituales interfirieran.
Pero eso también implicaba que no teníamos más que nuestras propias experiencias, poder de observación y discernimiento, para acercarnos a la problemática existencial tratando de ver en mayor profundidad dentro de ella.
Por mi parte yo creo que estamos hablando de la naturaleza contradictoria, ambivalente del ser humano, en quien cohabitan una condición natural, sus necesidades biológicas, con una movilidad temporal, histórica a la cual llamamos libre albedrío.
Ya pusimos el ejemplo de las necesidades, o más simplemente aún, del dolor soportable que tiene umbrales muy bajos de tolerancia para convertirse en intolerable, derivando en enfermedad y muerte. Tenemos un cuerpito con necesidades que han de satisfacerse en un ecosistema, un ritmo alternante de hambre y satisfacción, de tensión-distensión, de dolor-placer que nos mantiene en equilibrio inestable.
En ese sentido somos seres naturales motorizados por el dolor a satisfacer necesidades. Y en torno a ello se desarrolla nuestra historia como acumulación de experiencia y conocimiento, que por aceleración produce a su debido tiempo la revolución económica y cultural. Pero también somos algo más.
Somos seres temporales, históricos, que nacen en una sociedad con instituciones heredadas de las generaciones anteriores. Amamos a la libertad, somos impulsados por una intención trascendente que no acepta límites. Siempre nos las ingeniamos para crear o innovar alguna respuesta que transforme las condiciones limitantes en las que nos encontramos atrapados.
Piensa solamente en que hasta hace quinientos años, en el medioevo reinaba un pensamiento estático, dogmático. Pero en el renacimiento pusimos las bases para la libertad de pensamiento, para el pensamiento científico, aunque no sin que las llamas de la inquisición nos lamieran y enrojecieran los traseros. Lo cual hace más interesante el reto y logro superador.
Ahora bien, como dijimos, cuando planificas y organizas sociedades, cuando trabajas con abstracciones, estadísticas y generalizaciones como nación, estado, sociedad, pueblo, clases, géneros, etc., corres el riesgo de perder de vista que solo son concepciones útiles, pero que, por muy función superior que sea, no puede sustituir la dependencia del reino natural.
Y así llegamos a tu pregunta de si es viable y sostenible alimentar a la gente. Es una pregunta abstracta, que no está incluyendo, teniendo en cuenta las sensaciones dolorosas. ¿Crees que alguien con hambre, o con sensibilidad al hambre ajena haría una pregunta así?
Volví a guardar silencio y a mirarlo a los ojos. Pero me pidió por favor que siguiera, que no me detuviera porque estaba viendo las cosas de un modo nuevo, como nunca había visto ni sospechado siquiera.
Una cosa es la representación o imaginación de una concepción abstracta, continué, y otra es su realidad a nivel de sensaciones, de experiencia. Cuando hablamos de experiencia ya no podemos generalizar ni impersonalizar. Siempre será tu dolor, tu hambre, tu necesidad.
Y por eso no cabe en ese sentido hablar del mundo, de dialéctica de géneros y clases, porque a nivel de experiencia se convierte en tu mundo, tu mujer, tu prójimo. No existen mujeres ni sexos opuestos, ni clases sociales abstractas, sino tu experiencia directa e internalizada de la mujer y del otro, que se convierten en tu mujer, en tu prójimo y que obviamente pueden ser y son diferentes para otros. Basta darse un paseo por las diferentes geografías, climas y culturas para reconocer cuantas diferentes experiencias e interpretaciones son posibles al respecto.
Para comprender el abismo de diferencia que hay entre una situación y la otra, basta pensar que te pueden obligar por ley a convivir con alguien, a compartir todos los frutos de tu trabajo, etc. Pero nadie puede obligarte a que la aceptes en la intimidad de tu conciencia y corazón, que es tu verdadero mundo, el que experimentas e interiorizas por tu propia voluntad.
En esta dirección de la intimidad están las experiencias del niño con su familia, así como la del enamoramiento que por cierto pone el ámbito para el nido en que el niño ha de nacer. Ambas son funciones biológicas, naturales, que ninguna institución puede sustituir. En la misma dirección está la experiencia del amigo del alma, al que sientes conocer desde siempre.
Todas ellas tienen en común que interiorizas al otro en tu espacio íntimo, en tu mundo, aceptas voluntariamente cohabitar con el y lo sientes como algo deseado, alegre, agradable. Lo cual es muy diferente a las relaciones convencionales, con roles fijos, ante la autoridad de la empresa de propiedad privada o del Estado, con los comportamientos buenos o antisociales.
También hay un abismo de diferencia entre un grupo humano que interioriza una idea-fuerza, que la hace suya y decide voluntariamente sumar sus fuerzas en una dirección común, frente a otro que alquila o vende sus capacidades por hora y dinero. Así es como el pueblo venezolano ha decidido que vivir una vida humana es elegir con libertad el destino que nos daremos.
Decidimos volver a respetarnos, respetar y exigir respeto, haciendo lo que sea necesario hasta alcanzar el objetivo propuesto. Es desde esta situación que las gestas libertarias de todo tipo han sido posibles, y la revolución bolivariana ha logrado avanzar y continuará haciéndolo pese a enfrentar con desventaja en muchos frentes a las fuerzas retrógradas que se le oponen.
Para ir redondeando la respuesta a tu pregunta de por que creo que hemos llegado a estas circunstancias, creo que nos hemos deslumbrado con el éxito de la ciencia y la tecnología en estos últimos cincuenta o cien años, que revolucionando la economía y la cultura transformaron la faz de nuestro hogar planetario.
Tan eufóricos nos pusimos que olvidando nuestra verdadera condición existencial, empezamos a hacer competencias y concursos de mister músculo y miss mundo, para ver quien tenía más fuerza y belleza y lograba el mayor éxito y prestigio social.
La alegría y la celebración eran lógicas, porque no todos los días una generación logra presenciar miles de años de experiencia y conocimiento acumulados, acelerándose hasta estallar revolucionando la economía y la cultura. Es algo así como contemplar un fenómeno astrológico que no se repetirá en cientos o miles de generaciones, además viviéndolo.
Pero el verdadero motivo de celebración era que por el camino del libre pensamiento, el conocimiento y la conciencia, la ciencia y la tecnología, habíamos dado un paso más de superación de la condición biológica, es decir en la superación del dolor, la enfermedad y el esfuerzo necesario a la satisfacción de las necesidades.
El nivel de vigilia y la condición racional son estrictamente dependientes de la entrega de energía vegetativa, que es lo mismo que decir del equilibrio de las funciones del cuerpo, biológicas. De hecho cuando el cuerpo se enferma o sufre algún accidente serio, toda la energía es recogida y se pierde o reduce al máximo el nivel vigílico.
Ese equilibrio requiere también del ritmo sueño-vigilia para sostenerse, de la respiración, en fin de la correcta satisfacción de todas las necesidades. Esa es la intención trascendente, humana, que motoriza la historia, la superación de dolor, su erradicación si fuera posible, que es lo mismo que decir, la superación de lo biológico, corporal.
Estudia sin superstición la producción religiosa de todos los pueblos, pero también la de un nuevo ser humano y mundo que nace junto con y no es diferente en esencia, a la del paraíso perdido. La búsqueda de la fuente de juvencia y la piedra filosofal alquimista, que tampoco es diferente del estudio del genoma para producir cuerpos perfectos o alargar un poco el tiempo de vida, para vencer al menos temporalmente el fantasma de la muerte.
Lee sobre las nuevas ciencias que intentan transformar las propiedades de los elementos para producir alimentos y remedios sintéticos, fuentes renovables, limpias y gratuitas de energía. Todo ello apunta a superar las limitaciones del cuerpo y sus necesidades y el esfuerzo para satisfacerlas, sustituyéndolo por otras fuentes de energía y tecnología.
Los mecanismos de supervivencia del cuerpo operan a nivel instintivo, sin necesidad de pasar por conciencia racional, de hecho cuando se activan por señal de peligro para el cuerpo, desplazan al yo vigílico sin la menor consideración. Sin esas funciones sería absolutamente imposible la adaptación a un entorno natural y por ende la existencia en este nivel.
Es la activación de esos instintos la que posibilita destrezas físicas aparentemente sobrehumanas en defensa de la vida propia o ajena, así como las experiencias paranormales que suceden naturalmente en niños prepúberes o mujeres que no tienen relaciones sexuales.
Ten en cuenta ahora las condiciones planetarias de hambre, dolor, enfermedad y muerte a que nos ha conducido esta organización social. Agrégale la contaminación, alteración climática y desertización, y quedará claro que sin equilibrar urgentemente lo biológico e irracional, instintivo, con lo racional, abstracto, este tipo de vida ya no resulta viable.
Sin embargo tú puedes escuchar en Venezuela que con este populismo, estamos volviendo a la edad de piedra, abandonando la modernidad que ya tiene el paraíso al alcance de la mano. Pareciera que somos como caballos con tapaojeras persiguiendo zanahorias, celebrando alegremente camino del despeñadero. Lo cual no es muy diferente a tu observación de si satisfacer las necesidades de la gente resulta viable y sostenible, cuando es un imperativo de vida o muerte.
Ahora bien si tienes todo este escenario planetario, colectivo, humano en mente, comprenderás que la irrupción de lo irracional en todo el mundo no es ninguna casualidad, sino la misma reacción instintiva en salvaguarda de la vida amenazada buscando restablecer el equilibrio perdido, igual que como reaccionaría el organismo ante un cáncer.
Entonces luego de este largo pero necesario camino en respuesta a tu pregunta, llegamos a estas circunstancias tanto en Venezuela como en el mundo, porque desviamos el desarrollo de la ciencia y la tecnología de aquello a lo cual debían servir.
Ya sea que lo veas como traición a tu propio cuerpo y experiencia íntima, ya sea como discriminación de la clase pobre y trabajadora que lo representa en el ámbito social, y es la base de la pirámide que sostiene y posibilita el desarrollo de las funciones superiores, así como la naturaleza sostiene y hace posible el desarrollo de las ciudades y su subsistencia.
El desarrollo de la mirada intelectual, abstracta, racional, tiene por función y ha de servir para dar dirección equilibrada, unitiva, a las fuerzas anímicas y sensuales humanas. Cuando nos desviamos del camino de superación de la condición dolorosa, que motoriza y da sentido, destino a nuestra historia, producimos un desequilibrio, una disfunción, una fractura íntima, caemos en la contradicción y el sufrimiento mental que se suman a la condición dolorosa inicial.
Como dejamos dicho desde el principio, cuando presentas de un modo estructural y claro el problema, la enfermedad, tienes ya a la vista también la solución. La humanidad puede hermanarse, solidarizarse, unir sus voluntades en un solo objetivo superador del pasado, cuando reconoce que esclavizando, depredando, parasitando a otros seres humanos, traiciona su objetivo mayor.
Las fuerzas humanas pueden alinearse como una sola, cuando reconocen e interiorizan que el motor de su historia es la superación creciente del dolor, y que la ciencia y la tecnología son el camino apropiado para hacerlo.
Cualquier otra dirección solo genera innecesario sufrimiento, violencia que al equilibrio vital, orgánico, resulta intolerable. Solo genera circunstancias temporales que antes o después se desmoronarán. A esa continua recurrencia en la violencia y la lucha le hemos llamado dialéctica histórica, considerándola el camino de la evolución.
Le dije entonces que esperaba haber aclarado un poco sus dudas y calmado su sed de conocimiento. Contestó que estaba muy agradecido por la reunión y toda la información, pero aún tenía tres preguntas. Deseaba mayor información sobre qué estábamos haciendo en Venezuela para restablecer ese equilibrio, como había yo podido llegar a tales conclusiones y si yo pensaba que la revolución triunfaría.
Respondí que la primera respuesta requería cuando menos una reunión como la presente y probablemente sería insuficiente para enumerar superficialmente todo lo emprendido. Había llegado a tales conclusiones del único modo posible. Intentando vivir sensible y atentamente, siempre intencionando el equilibrio cual registro experiencial de mis acciones.
Pero a la tercera pregunta respondía con absoluta certeza que sí. No solo Venezuela, sino la especie humana caminan hacia un nuevo paso superador del pasado. Pero es un proceso viviente, integral, intelectual, emocional y sensual, que por su propia naturaleza no se puede idealizar ni predecir.
Considera lo antes dicho de que a nivel de experiencia cada cual interioriza su mundo, y comprenderás que no existen caminos prefabricados, iguales para todos. Piensa en términos de creciente libertad de elección, y sentirás que el futuro es más una alegre y confiada aventura, que una programación impuesta y repetitiva.
Creo que la mirada de la vida no se reduce a inmediateces, a lo circunstancial. Trabaja con grandes números de posibilidades simultáneas y con una mirada de largo alcance. Por tanto lo que realmente va a decidir que tipo de organización de vida se abre camino a futuro, no va a ser quien conquiste temporalmente las fuentes de petróleo o mano de obra barata.
A rey muerto rey puesto. Nadie le garantiza al conquistador que no será conquistado nuevamente con sus propias reglas de juego. ¿Quién le garantiza a EEUU que China, Rusia, Europa, aceptarán el día de mañana sus condiciones imperialistas? ¿Quién asegura que no usarán sus propios métodos si se quedan sin petróleo o materia prima?
La misma dialéctica de la historia garantiza justamente lo opuesto. Por tanto lo que realmente importa para un siguiente paso evolutivo es el equilibrio de lo irracional con lo racional, dándole dirección unitiva, integradora, biológica y social a futuro. De un nuevo paso superador del dolor y el sufrimiento, germinarán los tiernos brotes que poblarán la nueva tierra.
Por: Michel Balivo
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