07 diciembre 2007

LA TAREA IMPOSTERGABLE

Una reflexión más sobre las urgencias del momento.
...¿ quién podrá negar que su contagio nos será mañana más funesto que el resultado que pudiera traernos una solemne derrota? En fin, mi amigo, yo veo hoy a la América como un inmenso caos de pasiones, de dificultades y de desórdenes; y mi imaginación se pierde al contemplar hasta que punto puede llegar nuestra fatalidad!...
-Simón Bolívar-

Por, Martín Guédez



Acabamos de cosechar una derrota táctica. Negarlo sería tan absurdo como intentar explicar que los cambios estratégicos contenidos en la propuesta de Reforma Constitucional son apenas cosméticos y no insoslayables. Las causas que podríamos llamar directas están a la vista:

(1) ineficacia y corrupción en la acción del Estado para llevar adelante los objetivos propuestos;

(2) adentrarse en una campaña corta y fulminante en la cual el imperio y las fuerzas nacionales de la burguesía pondrían –como nunca hasta ahora- todas sus fuerzas, su capacidad inmoral para la maniobra y sus modernos instrumentos de propaganda anticomunista sin un Partido organizado, engrasado, con cuadros diseminados por todo el territorio nacional animados por ese espíritu misionero de entrega y sacrificio, así como los conocimientos teórico-prácticos de la doctrina socialista. Esto hizo depender todo del magnetismo personal del Comandante Presidente Hugo Chávez.

Sin embargo, no deja de ser ingenuo atribuir las causas de la derrota a la capacidad del capitalismo imperialista para confundir, engañar, comprar o manipular, porque hacerlo significa que nunca podremos alcanzar los objetivos políticos. Jamás, en tanto exista, el imperialismo globalizado capitalista dará respiro al proceso revolucionario en Venezuela o en cualquier otra parte del mundo. El caso de la ausencia de un partido socialista con un cuerpo doctrinario claro y la presencia en él de cuadros capacitados para llevar la claridad de la doctrina no es ingenuo, es absurdo. Hasta el momento ese partido no existe, lo más que podríamos admitir es que está, a duras penas, en construcción por más que exhiba esa abultada nómina de aspirantes a "socialistas".

La Revolución Bolivariana tiene la misión de convertir la utopía inalcanzable en objetivo alcanzable y alcanzado. Tiene que desmontar con claridad teórica la esencia del sistema capitalista que debe sustituir y hacer que esa esencia sea conocida y dominada por los trabajadores, trabajadoras, campesinos, campesinas y estudiantes. Todo el pueblo tiene que saber con claridad quien es el enemigo y cómo este significa su muerte, su alienación, la compra de su fuerza de trabajo y su esclavitud. Tiene el pueblo que descubrir bajo ese manto de costumbres, religión, valores y moral, hábilmente urdido por el capitalismo, la lucha de clases y su rol en esta lucha.

A las fuerzas comprometidas con el proceso Revolucionario Bolivariano les corresponde la inaplazable tarea de organizar la lucha de clase y orientar esta lucha hacia el objetivo de conquistar el poder político del Estado hasta ponerlo al servicio de la clase trabajadora y así organizar la sociedad socialista. De igual manera les corresponde la tarea de ir dando plenitud a la conformación del hombre y la mujer nueva, deben ir preñando cada espacio comunitario de los nuevos valores socialistas basados en la igualdad, la solidaridad, el amor y la repugnancia por los valores individualistas legados por siglos de inculturación capitalista. ¡Gigantesca la tarea, pero absolutamente inaplazable luego de este revés táctico!

No habrá una revolución genuinamente socialista sin claridad de objetivos y no se alcanzarán estos objetivos sin un fuerte partido socialista. Tampoco podrá haber un partido socialista –instrumento eficaz- sin una teoría socialista unitaria y claramente compartida. Una clase trabajadora bien formada y clara en sus convicciones será irresistible e invulnerable ante cualquier ataque del capitalismo. Tiene que darse prioridad urgente a la conformación de cuadros bien preparados en la teoría y vitalmente comprometidos con la práctica. Cuadros capaces de iluminar con sus luces y conocimientos tanto como con su ejemplo de vida.

Un pueblo con claro conocimiento de lo que el capitalismo significa con su carga de esclavitud y muerte, así como enamorado de la luminosidad, la esperanza y la vida que significa la sociedad basada en el socialismo es invulnerable, sabrá siempre lo que está en juego y será capaz de sacrificar cualquier pretensión u objetivo intermedio, por muy legítimo que este sea en función de preservar el objetivo final. Un pueblo medianamente claro no habría respondido como muchos compatriotas lo hicieron el pasado 2-D; esa respuesta indica –algo que debemos saber porque ignorarlo es igualmente suicida- que nuestro pueblo, al menos en un buen número, por ahora, tiene de su relación con el gobierno o el estado, con sus camaradas y vecinos y hasta con sus mismas familias, un esquema de valores fatalmente capitalistas.

Todos los revolucionarios debemos ponernos a la orden del Comandante Presidente en este inaplazable esfuerzo. Hay que ir a los campos, a los barrios, a las universidades, a los liceos, a las fábricas; casa por casa, grupo por grupo, cara a cara, piel a piel y corazón a corazón llevando conocimiento, conciencia, amor y compromiso. ¡Manos a la obra, camaradas!, no sólo nuestra querida Venezuela sino el mundo tiene su esperanza puesta en lo que hacemos. Hacerlo de esta manera, con generosidad y entusiasmo socialista será la mejor manera de arrancar tantas caretas a vividores y oportunistas. El noble metal de la verdad pondrá en evidencia la bisutería grotesca de revolucionarios de pantalla, negociados o 15 y 30. Sólo qué entre tanto, caretas más caretas menos, habremos fundado las bases de la gran Revolución Bolivariana Socialista de Venezuela y el Mundo en el siglo XXI.

Por, Martín Guédez


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