24 mayo 2008

THE AMERICAN DREAM...

El sueño americano y la sobredosis de heroína.

El "sueño americano" es la auto-superación infinita en la que no cabe el descanso o el parpadeo. Vivir para no vivir... siguen con su -sueño americano-, pero mientras sueñan alcanzarlo, sus cuerpos ya les va cobrando el esfuerzo y todo termina siendo, justamente eso: -un sueño-

Por: Alfredo Correa


La aguja penetró con dificultad en mi maltratada vena, lentamente fui haciéndole presión al embolo de la inyectadora, la heroína entró en mi sistema sanguíneo produciendo una inmediata sedación a mi sistema nervioso, tenia dos días sin conseguir mi necesaria dosis, nosotros los adictos llamamos esta terrible necesidad ‘Un mono en la espalda’; En este grado de adicción en que me encuentro no logro los estados eufóricos intelectuales, ni la maravillosa *Nota* de bienestar, ni nada, solamente me quito el terrible dolor que tengo en mi cuerpo, sobre todo en mis articulaciones y músculos.

El natural vomito después de envenenar mi humanidad fue inmediato, la sensación de muerte dio paso a un estado soñoliento, caí al piso con la inyectadora colgando de mi antebrazo y la apretada correa seguía en mi brazo, mi pobre cuerpo lleno heroína, cocaína, anfetaminas, alcohol y barbitúricos finalmente colapso en repetidas convulsiones; En un cuartucho sucio, hediondo y lleno de cucarachas, el señor de la muerte sin tocar la puerta entró para llevarse mi vida, mi sueño americano y mi mundo feliz.

Después de graduarme de bachiller, apliqué a una universidad en Boston, Estados Unidos; Mis padres siempre decían que la educación en el norte era prioridad en su familia y que si quería ganar dinero y tener estatus ese era el primer paso; En Venezuela mi país, gobernaba un comunista de nombre Chávez, que repetía que los ciudadanos tenían que estudiar para participar en el desarrollo del país y ser agentes de cambio para lograr una sociedad de iguales; Esa idea no iba conmigo, tenia que tener mi propia agenda, *los pata en el piso* que buscaran como resolverse y además yo creía firmemente en el libre mercado y el capitalismo.

Llegó el día de mi partida, mis padres y hermanos con lágrimas en el rostro se despedían del futuro economista.

Mis estudios iban viento en popa, habían pasado dos años y aparte de algunas cervezas de ves en cuando y algunos pitos de marihuana no tenía problemas de adicción con drogas.

Una noche fui a una fiesta en las afueras del campo universitario; Una joven y hermosa mujer no me quitaba los ojos de encima, mi amigo quien me invito, finalmente me la presentó.

Después de conversar sobre diferentes tópicos me invito al baño, nos besamos apasionadamente, ella se separó de mi y buscando algo en su cartera me preguntó--- ¿Alguna ves has perseguido al dragón?---- ¡Perseguir al dragón!, No, contesté, pero me encantaría perseguir contigo lo que sea.

Ella sacó una bolsita con un polvo blanco y un papel de aluminio, agarró un poco de papel sanitario, hizo bolitas con el papel colocándolo en línea, puso el papel de aluminio encima y vertió una línea del polvo, me dio una pitillera de plata y me dio las instrucciones---Voy a encender el papel, al calentarse el aluminio saldrá humo, inhálalo siguiendo el humo---¡Coño!, ¿Eso es perseguir el dragón?. Estaba paralizado. No me atreví a preguntar que droga era. Mi deseo por esa hembra era mayor que el infierno que iba a conocer.

Aspire el humo siguiendo la línea, mi estomago se contrajo, sentí que mi cerebro crecía y mientras mi amiga aspiraba, me sentí enfermo, ella me señaló la poceta, me arrodille y vomité, después me sentí bien, genial, inteligente, eufórico, radiante, feliz, lúcido, penetrante, fuerte.

Al día siguiente tenia jaqueca, mi mente regresó a la noche anterior, no tanto por el sorprendente coito con mi cómplice, sino por el extraordinario viaje con la heroína ¡Quería perseguir al dragón otra vez!

Con Helen conocí la cocaína, las pastillas para bajar la nota y los antidepresivos; Lo increíble es que yo no estaba solo en el consumo de estupefacientes, casi todas y todos mis compañeros les gustaba estar drogados.

El dinero no me alcanzaba para mi nueva adicción, entonces entré al mundo del tráfico de drogas.

Mi vida se convirtió en drogas, sexo y rock and roll.

Dejé los estudios, mi nueva casa los guetos de negros y latinos donde las drogas, venta de armas, prostitución y juego eran el pan de cada día, ahí me di cuenta de la pobreza y exclusión y como los pobres y minorías era exterminados, mientras que los capos y políticos se enriquecían.

Lo único que me importaba era como conseguir mis necesarias dosis, trabajaba vendiendo bolsitas a los que se inyectaban.

Mi último día de vida, mientras los caliches me perseguían por deudas, conseguí un crédito con un negro que trabajaba para los italianos, me dio una bolsita sin chistar.

Me encontraba en mi cuartucho listo para inyectarme, lo que no sabia era que era un probador de la calidad de la *blanca nieve*, si moría la cortaban un poco.

Así era la vaina o el sueño americano.

Por: Alfredo Correa
Alfredocorrea56@yahoo.com

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