un consejo muy sano que le envío a la clase media
En qué horrible dilema se debate cierta clase media: ha sido inmensamente favorecida por la revolución bolivariana y quisiera seguir así, pero no le gusta Chávez. Ellos quisieran seguir teniendo todos los beneficios que la revolución les ha aportado pero que cambie únicamente en un pequeño detalle: que en Miraflores se instale un tipo que encaje en su modelo estético-moral, es decir un Capriles Radonski.
Por: José Sant Roz
Tremendo contrasentido.
Insisto: En su interior cierto sector escuálido (bastante numeroso) de la clase media quisiera que continuara en el poder el actual gobierno bolivariano, pero sin su jefe máximo porque es negro, feo y “no se deja”.
Ellos saben que ningún otro gobierno les podría asegurar los inmensos beneficios que han venido recibiendo como los de la estabilidad laboral y social; con la seguridad social bajo un régimen que está atendiendo las necesidades de los más pobres, un hecho que incide directamente sobre la fortaleza de la clase media porque en definitiva serán estos excluidos los que en verdad pongan en peligro con tremendas conmociones, las dulces aspiraciones de paz que esta clase a lo de la historia siempre han buscado; este gobierno le ha reconocido a la clase media todas las deudas pendientes, las prestaciones y reivindicaciones que la IV República jamás honró.
Gran parte de esa clase media está compuesta por funcionarios públicos (profesores universitarios, por ejemplo) y pequeños comerciantes que se han metido una tremenda bola de billete en estos últimos trece años, beneficios que jamás hubiesen podido conseguir ni imaginar, ni en sueños, en la IV república.
Muchos miembros escuálidos que forman parte de esa clase media, en medio de la gran confusión que les aturde, me han confesado la siguiente insólita barbaridad: “Ciertamente no tengo de qué quejarme des de el aspecto económico de este gobierno, pero siempre estoy pensando que atenta contra mí y contra mi familia; es una extraña e inexplicable sensación contra la que no puedo luchar: no me gusta el presidente Chávez. Lo imagino peligroso, no sé por qué. Ojalá el que venga continuara con el mismo tipo de gobierno y con el mismo programa, pero bajo el mando de Henrique Capriles Radonski”.
¿Quién podría entenderlos? Como si con tamaño Majunche sería posible mantener boyante la economía, los precios del petróleo, el respeto que hoy nos ganamos en el mundo. Un trato de igual a igual con los poderosos del mundo.
La clase media cree que quejarse de todo es luchar.
Es decir, esto es así porque la clase media históricamente ha sido muy cómoda; le gusta que todo se lo den sin tener que luchar por reivindicaciones de ningún tipo; para ella quejarse, gimotear, runrunear, rumorear, etc., es luchar; es sumamente temerosa de cualquier alteración del medio en que se desenvuelve. Le encanta estar pidiendo y lamentándose al mismo tiempo, y nunca está satisfecha con lo que se le da y concede.
A esa clase media yo le recomiendo que piense muy, pero muy bien por quién va a votar el 7-O, porque se puede llevar (en caso de que ganare Capriles) un fiasco bien espantoso.
Por ejemplo, todas las universidades autónomas con todos los beneficios que han recibido de la revolución se irían a pique.
¿De dónde iría sacar Capriles plata, con un barril de petróleo en pico de zamuro, porque si los gringos lo están apoyando no es para que el precio de ese barril se mantenga en unos cien dólares?
Imagínense el país todo entrando en terribles convulsiones, con ese flacuchento de alma y de espíritu metido en Miraflores.
Sería el acabose, sería la locura total y entonces yo me imaginaría a la gente de la clase media escuálida, pegando el grito en el cielo, pidiendo cacao y chillando más que nunca. Qué lloradera más infernal, que tembladera, contando sus churupos y diciendo: “-Esto Dios mío, no lo aguanta nadie”.
Insisto:
YO LE PIDO ENCARECIDAMENTE A ESA GENTE ESCUÁLIDA DE LA CLASE MEDIA QUE SE LO PIENSE MUY, PERO MUY BIEN EL DÍA QUE VAYA A DEPOSITAR SU VOTO.
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