Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala
por Bárbara Maseda y revisado por Manuel Talens (*)
La historia no da segundas oportunidades, de la misma forma que la oportunidad sólo llama a la puerta una vez.
La naturaleza ha sido generosa con el monarca. Ha ido más allá de su modus operandi y le ha dado muchas oportunidades para rectificar sus medidas antipopulares. Sin embargo, en lugar de aprovechar esas oportunidades para acercarse al pueblo, el rey parece estar dotado de un talento natural para hacer que el pueblo se aleje de él. Más que eso, tiene una particular aberración mental hacia la represión y las prohibiciones crueles. Demostró ya de qué es capaz en las “protestas callejeras” del 20 de abril de 2006. Lo demostró hace unos días en la masacre en Chanragadi, Jhapa, así como en miles de millones de ocasiones anteriores.
¿En qué lugar del mundo se puede ver un toque de queda continuo de 25 horas? ¿En qué lugar se puede ver que las fuerzas de seguridad abran fuego con balas reales contra manifestaciones pacíficas? ¿En qué lugar se prohíbe que las ambulancias y los médicos se ocupen de los heridos? ¿Dónde en este siglo se puede ver que se censuren totalmente los informes y la supervisión de los sucesos por parte de la prensa y las organizaciones de derechos humanos [1]?
Obviamente, todo esto es posible en Nepal, donde un monarca completamente insensible le ha dado la espalda a todo lo que hay de bueno y humano en una sociedad civilizada. Ha cerrado sus oídos a todos los consejos positivos y amigables de sus vecinos y de la comunidad internacional. Rodeado de hombres que cumplen cada una de sus órdenes con el hacha en la mano, se está convirtiendo rápidamente en uno de esos delincuentes que se enfrentan al repudio internacional en los tribunales mundiales de justicia.
¿Puede una persona ser tan arrogante por su poderío militar en el mundo actual [2]? Este poderío puede parecer formidable para la población en general, pero incluso con todas esas sofisticadas armas y municiones sus fuerzas no han podido con el ejército popular de los maoístas. Sólo puede regodearse en las matanzas de manifestantes pacíficos.
La cruel represión del actual movimiento y las jornadas de matanzas de inocentes y nepalíes maoístas demuestran que el régimen de la realeza se ha despojado de toda compostura y no está preparado para darle una oportunidad a la paz. “Rómpanles el espinazo y háganlos venir arrastrándose a suplicar misericordia”, parece ser su política. Pues bien, hasta ahora no ha funcionado con los maoístas y tampoco la revolución pacífica de los siete partidos ha dado señales de aminorar. Al contrario, el apoyo cada vez más decidido al movimiento por parte del pueblo lo ha convertido en un movimiento popular. Ahora, la reivindicación de una asamblea constituyente ha pasado a convertirse en la exigencia de una república democrática.
¿Quién puede culpar al pueblo de ese cambio gigantesco? Ha ocurrido casi espontáneamente, dada la crueldad y la obstinación del rey. No va a ser fácil sofocar el fuego republicano, que no se habría desatado si tuviéramos una persona diferente en el trono, a alguien como el anterior rey Birendra. Probablemente sea casi imposible y cada nueva golpiza, arrestos y disparos lo harán más difícil aún. Después de todos los males que ha desatado, el círculo gobernante no debería sorprenderse de que incluso personas ordinarias de clase media hayan empezado no sólo a considerar, sino a apoyar activamente un sistema republicano para este país. ¡Quien siembra vientos recoge tempestades!
Hasta hace unas semanas yo pensaba que si el rey aceptaba un papel netamente ceremonial y cedía su mando del ejército al parlamento, el pueblo permitiría que la corona continuara existiendo. Pero dados los deplorables actos de los últimos días, atroces en todo sentido y absolutamente antipopulares, no creo que esta disposición exista ya.
A veces ocurre lo increíble y el pueblo nepalí, sin importar cuán agitados pueda estar, siempre ha sido indulgente. Como en 2046 BS [3], cuando las masas aullaron por la sangre del rey Birendra. En el transcurso de unos pocos años, la gente pasó de una sed asesina a un estado de angustioso dolor y simpatía por el rey y su familia, cuando fue masacrado en 2058 BS. Ésa es la grandeza de nuestro pueblo, cuyo lema es “vive y deja vivir”. No veo que el rey actual sea capaz de generar tal simpatía, ni siquiera en un futuro lejano, pero ¿quién sabe?
Tras haber perdido el respeto, la fe y la simpatía del pueblo, será interesante ver cómo se las arreglará el rey para impedir avance del orden republicano. ¿Tiene un plan general, una carta ganadora guardada en la manga? ¿Tiene una varita mágica que creará una democracia al estilo británico en lugar de una república francesa? El momento es interesante, aunque peligroso y el veredicto de la historia no suele perdonar.
NOTAS DE LA TRADUCTORA Y EL REVISOR
[1] Ingenua pregunta del autor de este artículo. En Occidente eso que critica sucede a diario.
[2] La respuesta es que sí. Véase la nota anterior.
[3] El sistema nepalí cuenta los años de manera diferente. 2046 BS equivale a nuestro 1989. 2058 BS a 2002.
En el caso del primer ejemplo el autor se refiere a la insurrección popular que tuvo lugar en ese año contra la monarquía.
Véase Attempted Anarchy to Resurrect People’s Movement 2046 BS
(http://newsblaze.com/story/20060416084947nnnn.nb/topstory.html)
Enviado por nuestro corresponsal en Katmandú (Nepal), Mariano Abello.
(*) Bárbara Maseda y Manuel Talens son miembros de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística.
Esta traducción es copyleft.
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