Un momento crucial para la revolución bolivariana. El momento estelar de la organización Comunal. Los niños se habrían de recoger en casas cómodas y aseadas, con piezas destinadas a talleres, y éstos surtidos de instrumentos y dirigidos por buenos maestros. Los varones debían aprender tres oficios principales, Albañilería, Carpintería y Herrería, porque con tierras, maderas y metales se hacen las cosas más necesarias y porque las operaciones de las artes mecánicas secundarias, dependen del conocimiento de las primeras.-Samuel Róbinson-
Por, Martín GuédezEl futuro nos pertenece a todos.
¡A por la Venezuela Comunal!
El estimado profesor Franz J. T. Lee nos habla del Cruce del Rubicón, ese punto en el cual “jacta jalea est”, la suerte está echada. Yo coincido con el profesor Lee. Hemos llegado al punto sin retorno en el cual o se alcanzan los objetivos o nos perdemos. El pueblo organizado y consciente tiene que desmontar los mecanismos de la dependencia y la dominación. No basta ya enunciar el fenómeno de la opresión sino que debe destruirse. Liberarse no sólo para denunciar la opresión sino para desmontarla es el objetivo estratégico fundamental. Es preciso romper con la red de dependencias y todas sus categorías subyacentes.
Esta ruptura no será posible sin conflictos. El poder histórico constituido no cederá alegremente sus privilegios. El conflicto tomará cuerpo en la medida en que se desenmascare el tinglado ideológico sostén del poder opresor. Analizar estos mecanismos hasta lograr que se revelen a sí mismos en toda su fealdad es una labor imprescindible del pueblo organizado y sus cuadros dirigentes. Sólo mediante una correcta categorización de las estructuras opresivas podrá marchar el pueblo hacia una praxis liberadora.
Una praxis liberadora que comience por la adhesión de corazón a nuevos valores éticos, una conversión profunda a la libertad, la igualdad y el amor entre los seres humanos que impida el retorno a las costumbres desplazadas. La conformación de una sociedad –comunal- cualitativamente diferente, en la cual ninguno de sus miembros sea objeto de servidumbre. Nadie es señor de nadie porque no se toleraría el señorío. Esto es en última instancia la formación de un hombre nuevo.
Lo específico de esta etapa será el mantenimiento a todo trance de la libertad conquistada. Admitir nuevos señoríos significará retornar a la opresión, la esclavitud y la dependencia. Mantener la comunidad en guardia ante las amenazas a su soberanía es tarea de todos. Una vez vencido el poder opresor del entorno es primordial impedir que nuevas formas de opresión surjan al interior de la comuna. Aún cuando la naturaleza humana, herida de egoísmo por la cultura heredada, hará que permanentemente surjan los brotes de esta mala hierba en medio del buen grano de la comuna, la tensión vital del grupo podrá impedir su crecimiento.
El socialismo comunal que perseguimos es una tarea que debe realizarse a través del proceso penoso del autodominio. Desterrar la voluntad de poder y dominio de nadie sobre el pueblo y de nadie entre el mismo pueblo es la gran tarea que demanda la construcción de un verdadero socialismo.
Venezuela es hoy un lugar privilegiado para la acción y la reflexión lo que constituye un hermoso desafío. Nuestra tarea consiste ahora mismo en descubrir los pasos concretos que nos conduzca a la materialización de la ansiada utopía. Una Venezuela con una sola clase social: la del venezolano y la venezolana. Una Venezuela con una sola raza: la humana. Una Venezuela en armonía con la naturaleza. Esa Venezuela es posible, más aún, es necesaria para salvar –con su ejemplo- a la humanidad y el planeta mismo. El futuro nos pertenece…
¡hagámoslo posible!
Por, Martín Guédez
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