o el eterno pedigüeño...En esta nueva cruzada de vividor pretende aparecer como un defensor de la libertad de expresión, como si nadie se acordara de sus arrebatos de censor, cuando siendo Ministro del bucólico Caldera, arremetía contra periodistas y medios...
Por: Hugo IbarretoUn nuevo motivo ha encontrado Teochoro Petkoff para volver a ejercer la actividad que más le gusta y mejor conoce, por décadas aplicadas en su ejercicio: pasar la colecta, sacarle real a la gente, birlarse unos cobritos como se diría en El Batey (que no en Sofía donde al parecer nació realmente el personaje). Desde aquel "deslinde" que en los 70 lo convirtió en un pacificado atractivo para el establecimiento político y financiero, Teodoro se ha venido depurando en el arte de la "raqueta" y puede decirse hoy que su maestría solo se compara, no con un Federer, más bien con un Frank Abángale o un Charles Ponzi, el famoso estafador inventor de " La Pirámide".
Cuando con el MAS prodigaba en público el martillo a los artistas e intelectuales de "izquierda" (el premio de "El Gabo", los cuadros de Manaure), en privado recibía su maletín de los nuevos apóstoles de CAP que apostaban por una izquierda domesticada, no sin rechazar algún repele, algún bultico que AD (Alfaro Ucero) le dejaba, de aquellas pesetillas oriundas de las arcas de la "Internacional Socialista". Esto sin contar sus buenas artes como lavandero, trasegando los fondos de oscura procedencia que le arrimaba su eficiente hermano, fruto de aquellas triangulaciones rarotas con el luego fusilado General Ochoa.
Así con los años fue curtiendo su habilidad para vivir del dinero ajeno. Poco a poco fue puliendo su espíritu de "banquero" y chupasangre. Hasta que su olfato y oportunismo lo puso de hecho en el mando de las finanzas con Caldera II y como bien lo relata Armando Guerra en "El Código Petkoff", montó junto a Matos Azocar y un tinglado de asesores y amanuenses (Hernández Delfino, Alesia Rodríguez, Armando León y Roy Elis) el famoso guiso del supercanje de los bonos brady a finales de los 90´. Teochoro ha vuelto a las andadas y ya montó su comité de finanzas para "defender la libertad de expresión".
"Con esta decisión quieren sacarnos del juego", arenga frenético Teochoro. ¿Cuál juego?. Si es que ahora está en su juego preferido…¡¡el juego de pasar la raqueta!!. Es tragicómico ver a este personaje, cual muchacho que se hace el motolito, gritar casi lloriqueando "¡¡Me quieren sacar del Juego!!". Porque para seres como Petkoff la política no es más que eso: un juego del cual se vive, del cual se chupa. Un juego donde hay que mantenerse así sea vendiendo principios y compañeros de viaje. Un juego donde vale todo con tal de ganar, así sea llevar la difamación, la calumnia y la injuria al máximo extremo del vilipendio pedófilo. En el juego de la política, como la entiende Teochoro, ha devenido en un Dr. Fausto que hace tiempo le vendió su alma al diablo por un plato de lentejas.
De Márquez llama la atención que se identifica como humorista y politólogo. Lo curioso es que como politólogo debe resultar peor que un chiste de Octavio Lepage y como humorista ha devenido en un caso límite entre la politología y la psiquiatría. Al final de cuentas la distinción no es pertinente pues en Venezuela no hay mucha diferencia entre ser un remedo de humorista (vale decir un mal cómico) y ejercer de politólogo antichavista, ambas profesiones van cabeza a cabeza. No en balde el candidato más serio que tuvo la oposición en el 2006 terminó siendo "El Conde del Guacharo".
Quizás Laureanito aspira disputarle las próximas primarias del escualidismo a Benjamín Rausseo, pero es poco lo que se puede decir de alguien tan fatuo que se cree y se presenta como un engendro entre Groucho Marx y Max Weber, mas allá de hacer notar el menudo Ego de "Laureadito". De verdad que eso de creerse una suerte de heredero de Job Pim, cuando muy a su pesar, no tiene siquiera el talento o el carisma de un Chuchin Marcano, es por lo menos un caso extremo de petulancia sin fundamento. A fin de cuentas si Laureano escoge su repertorio de chistes con el mismo tino que sus compañías políticas (Teochoro), no cabe augurarle mayor trascendencia en los anales del humorismo venezolano, aunque tal vez termine ocupando algún lugar secundario en el salón de la fama de la picaresca política nacional, por supuesto a los pies de Teochoro, como su fiel lazarillo.
El caradurismo de Teochoro no tiene límites. En esta nueva cruzada de vividor pretende aparecer como un defensor de la libertad de expresión, como si nadie se acordara de sus arrebatos de censor, cuando siendo Ministro del bucólico Caldera, arremetía contra periodistas y medios, "invitando" a los empresarios a dejar de anunciar en aquellos diarios que lo cuestionaban. Con esta farsa Teochoro, además de meterse unos reales, sólo busca robarle cámara al menguado Marcel Granier, esa parodia de Berlusconi tropical frustrado, que con todo y sus bigotitos de manubrio terminó perdiendo el rumbo y estrellándose contra sus propias falsedades.
Por ese mismo camino va Teochoro, que al final de su vida política se quedó sin discurso, sin mensaje y sin frases (más allá de las que se plagia, como la de Menen:"estamos mal pero vamos bien"). Un caso patético de fracaso político de un pícaro cuya preocupación hoy es como se coge los reales de unos incautos que se dejaran pasar la raqueta. Pobrecito no tiene con que pagar la multa…..si Luís.
Por: Hugo Ibarreto
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