…debe ser la aplicación de justicia en estos tiempos que pretenden romper con la impunidad, el burocratismo y la corrupción.Por Hindu Anderi (*)Es el clamor de un pueblo que vivió décadas de engaño. Que fue utilizado por las cúpulas políticas para servir de esclavos a las clases pudientes; de un país cuyo rostro fue progresivamente desfigurado, gracias a quienes pretendieron convertirse en los auténticos relatores de una historia manipulada.
Sí, es cierto, fueron muchos los profesionales, con grandes y honradas excepciones, quienes sirvieron para el engaño. Los economistas "profetas del desastre"; los cineastas "difamadores" que vendían un país de prostitutas, policías corruptos y delincuentes y que obviaban de su lente a los hacedores de Patria; los historiadores "escribidores de falsedades" quienes se prestaron a los intereses de las oligarquías; los jerarcas de la iglesia, "mercaderes del templo" quienes comerciaron con la fe y se convirtieron en los grandes tarifados de los gobiernos de turno; educadores "morosos" con las generaciones formadas a lo largo del engaño y muchos otros, quienes desdibujaron al pueblo (el gigante dormido) y participaron en el experimento que dio con la creación de un aliens, que sin duda existió gracias al principal instrumento de esta operación, las empresas privadas de información, especialmente las audiovisuales y para lamento propio, periodistas "sicarios" de la información, cuya credibilidad fue mermando al ritmo de su compromiso con los anunciantes.
Mientras un país se partía el lomo, intentando sobrevivir al caos y a la miseria creados por los sectores económicos y las corporaciones partidistas, atrincheradas en el poder omnímodo de la trilogía legislativa, judicial y ejecutiva, otro se erigía como emperador en medio del fango de la corrupción, el crimen, la impunidad, las negociaciones y la burocracia que les servía de colchón para guardar sus divisas.
En esas décadas de los gobiernos puntofijistas las pantallas de los televisores fueron los péndulos para hipnotizar al pueblo las 24 horas de los 365 días del año, a través de los bodrios televisivos, "programas circo" que ofrecían transformar en reina a una pobre cenicienta; que mostraban las piernas con trasero incluido y ocultaban el cerebro de las "dignas representantes" de nuestra vernácula cultura, aquellas que confundían a los clásicos de la literatura con grandes compositores. Dormían al pueblo con las telenovelas de la sirvienta pobre que encuentra la solución a su vida en el muchacho "rico y de buena familia" que la saca de abajo y le pone en casa una "cachifa pa´ que la atienda", negra por su puesto; de los grandes musicales en los que una pieza de Frank Sinatra, reconocido colaborador de los cuerpos de inteligencia fascistas estadounidenses era mejor cotizada que un merengue venezolano o un golpe de bandola, y a través de los noticiarios que le daban chance al "lumpen" solo en las secciones rojas. Sin contar los anuncios publicitarios que marcaban profundamente las diferencias sociales y mostraban un mundo codiciado por todos e inalcanzable para las mayorías.
Ese era el país que nos mostraban los medios mal llamados de comunicación. Porque la comunicación es un derecho y una posibilidad de todo ser social y no un feudo de los empresarios, expertos y técnicos de la comunicación. Ese era el país que dio la vuelta al mundo gracias a la globalización. Petróleo, mujeres bellas y mucha inseguridad con ignorancia eran irónicamente los atractivos para llamar el turismo y los inversionistas extranjeros ¡claro!
Pero el clímax tuvo su espacio en abril del año 2002, durante el golpe de estado en contra del presidente Hugo Chávez, cuando los titulares, incluídos los periódicos, hacían referencia a una batalla final en Miraflores, y durante el paro-sabotaje petrolero de diciembre de ese año y enero 2003 que provocó pérdidas a la nación por el orden de 29 billones de bolívares. En esos eventos los medios demostraron su capacidad de destrucción. Fueron los "terminators" de la película. El 11 de abril mostraban en la tarima de Chuao a los "dirigentes" de la oposición arengando para desviar la marcha hacia Miraflores. Un mensaje contundente fue el del hoy periodista de Globovisión, Kiko Bautista, cuando le dijo a la gente agrupada en la "plaza de la meritocracia" la siguiente frase: "vamos a cambiar la consigna de ni un paso atrás por ni un día más", evidenciando un plan que pocas horas después llevarían a cabo tal y como lo planificaron con la ayuda de sus aliados, los empresas privadas de la información. Fueron cómplices de las muertes y manipularon las imágenes a su antojo. No olvidaremos nunca el reportaje especial transmitido por Venevisión el día 12 en el cual le colocaron un efecto al puente Llaguno para denunciar la falsa existencia de una tela negra que permitía a los chavistas cubrirse para asesinar a los inocentes que nunca estuvieron cerca del puente. Transmitieron imágenes de la invasión y actos terroristas en contra de la embajada de Cuba como un suceso común y corriente; fueron capaces de mostrar un muro en la Carlota con el nombre de quienes serían las víctimas de un nuevo Chile; los perseguidos de la dictadura Carmona que ellos legitimaron. Tampoco olvidaremos como unos supuestos periodistas se auto enconcharon para grabar un video en el cual denunciaban que no podían trabajar porque las hordas chavistas se lo impedía, pero irónicamente el video atravesó la ciudad y llegó a RCTV desde donde fue transmitido. Este episodio nos trae a la mente a María Verónica Tecsari, quien murió a causa de una bomba lacrimógena que le impactó en la cabeza cuando cumplía con el deber de informar, en uno de esos gobiernos del pasado, represivos y violadores de la libertad de expresión
En 62 días de sabotaje petrolero transmitieron unas 20 mil piezas de propaganda en las cuales se exigía la salida de Chávez del poder y todos los días, a las 6 de la tarde, encadenaban al país con el parte de guerra anunciado por los seudo líderes Carlos Ortega, Carlos y Juan Fernández. Ese diciembre los medios decretaron el no a la navidad. La publicidad subliminal, inserción de imágenes ex profeso para lograr un efecto o reacción determinada en el público, sustituyó la cena navideña con hallacas y pan de jamón incluidos.
Los medios lograron lo que quisieron endilgarle a Chávez. Fracturaron familias, separaron amigos; generaron un gran odio entre quienes a pesar de las diferencias políticas vivieron juntos durante años. Los medios como diría Cappi Doncella, también nos hicieron un favor, obstruyeron la tubería y sacaron a flote el excremento que estaba oculto. Pero a pesar de ello tienen una gran deuda con nosotros, el pueblo de Venezuela.
Hoy pretenden engañar de nuevo, confundiendo la libertad de expresión con la libertad de prensa. La primera está consagrada y garantizada por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a diferencia del pasado cuando los mismos que defienden hoy a las empresas privadas de información censuraban, cerraban medios, amenazaban y asesinaban periodistas. La libertad de prensa es la mera actividad empresarial de negociar con el mensaje. Este derecho individual no está por encima del derecho colectivo que ha sido y sigue siendo vulnerado por dichas empresas.
Por Hindu Anderi(*) Periodista, Coordinadora del Foro Itinerante de Participación Popular
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