Estamos en mora los colombianos de a pié, los demócratas y progresistas, de salirle al paso a este tipo de campañas. No hay que acobardarse frente a “falsos nacionalismos”, que pretenden ocultar una serie de hechos y verdades.
Es chovinista porque se pretende mostrar al presidente venezolano como un “anti-colombiano compulsivo”, como el enemigo número uno de nuestro país y como el principal aliado de las FARC.
Es racista porque se discrimina el origen étnico del presidente vecino, su nítido mestizaje afro-indígena (mulato-zambo-indio) que es la esencia de nuestro ser popular latinoamericano. La mayoría de caricaturistas al servicio del régimen pro-gringo lo pintan asimilándolo a monos y gorilas.
Es agresiva porque además de tergiversar toda la información que llega de Venezuela, se manipulan las intervenciones de Chávez, se recortan las noticias, presentan lo que les conviene, mienten y tratan de ridiculizar cada una de sus actuaciones.
En estas operaciones mediáticas se aprovechan algunos errores del gobierno bolivariano, como son las retaliaciones de carácter económico, las restricciones fronterizas, y demás acciones de fuerza, que entre otras, no sólo afectan a los empresarios y a trabajadores colombianos sino también al pueblo venezolano y a los procesos de integración de los pueblos.
Hay mucho más de fondo en esa campaña. Las bases militares gringas instaladas en Colombia son una declaración de guerra contra la revolución bolivariana y eso no se puede ocultar. La reacción del gobierno venezolano es apenas natural ante tamaña amenaza, que no es un invento sino una tremenda y amenazante realidad.
Pero, hay que ir más allá de las apariencias. Debemos desentrañar otros aspectos que hay detrás de esa campaña ideológica que no tiene tregua.
Chávez, región y lucha de clases en Colombia
La forma de actuar de Chávez es la de un típico caribeño. Él es un llanero de Barinas con mucho de “costeño”, de estirpe popular, abierto, dicharachero, jocoso, ocurrente, teatral, y anti-protocolo.
Es todo lo contrario de la mayoría de los dirigentes colombianos. Estos son taimados, cerrados, hipócritas, calculadores, protocolarios, apagados, aburridores y expertos en la apariencia y la pose. Uribe se asemeja a Chávez en su capacidad histriónica, pero el primero es absolutamente calculado mientras que el otro es espontáneo y poco medido.
En Colombia - como lo hace el mundo capitalista mundial – se explotan las cualidades artísticas, folclóricas y físico-deportivas de representantes de clases y etnias subordinadas y excluidas del poder económico y político. La costa atlántica y las comunidades afros han sido un inagotable filón de talentos pictóricos, literarios, musicales, futboleros, y han hecho aportes de gran valor para nuestra nacionalidad.
Pero cuando se trata de política la cosa es a otro precio. Para quienes no lo sepan, desde hace 113 años un costeño no llega a la presidencia de Colombia. Rafael Nuñez fue el último, y eso que era un cartagenero europeizado, quien traicionó al radicalismo liberal y se puso al servicio de los hacendados reaccionarios. Inició la hegemonía conservadora con la Constitución de 1886, que duró hasta 1930.
Aquí los oligarcas se enorgullecen de Gabriel García Márquez pero no le perdonan que sea amigo de Fidel Castro, y tratan de ocultar el origen “macondiano” (caribeño) de sus leyendas literarias. Jaime Bateman, principal líder del M-19, un samario de estirpe costeña, irreverente y anti-oligárquico hasta la médula, era supuestamente admirado en Bogotá, pero al menor descuido fue asesinado en un complot gringo con el concurso de la clase dominante colombiana.
Un amigo me recordaba que el ejemplo mas evidente de ese conflicto regional-clasista, fue la animadversión que les provocaba la presencia desabrochada de un caraqueño - Simón Bolívar - dirigiendo el nuevo Estado desde la paramuna y cundi-boyacense Bogotá. En el “General en su Laberinto”, Gabo relata que cuando El Libertador salió para Santa Marta, enfermo y deprimido, le tiraban bostas de vaca por los pueblos de la sabana en donde lo reconocían. [1] A él también le montaron su campaña mediática.
Cualquier político caribeño que aparece, es rápidamente asimilado, adocenado y domesticado por la oligarquía “cachaca”, que sabe del potencial simbólico que puede tener entre los sectores populares el surgimiento de un costeño con los suficientes arrestos para enfrentar a los potentados paisa-bogotano-valle-caucanos.
Ahora, un político de izquierda de origen costeño, con ancestros en el folclor popular (Noel Petro) y con la capacidad y la fuerza suficiente para emular a Bateman, a García Márquez, al general Prudencio Padilla y a los héroes populares de la Costa Atlántica, se les ha empezado a crecer. Saben que si Petro logra “tocar el alma popular”, van a tener graves problemas, como los están viviendo en el resto de Sudamérica.
Estoy seguro que la campaña contra Chávez tiene un alto sabor anti-costeño y anti-popular, subliminalmente diseñada y orquestada contra Gustavo Petro y el Polo. Primero quisieron hacerlo aparecer como “uribista”. Ahora, tratan de explotarle su pasado guerrillero con las supuestas revelaciones de la Comisión de la Verdad sobre el Palacio de Justicia. No dan puntada sin dedal.
Juan Manuel Santos y toda su elite de rancio contenido aristocrático que sueña con antiguas hidalguías españolas, tiene asesores internacionales y muchos medios para desarrollar ese tipo de estrategias (J.J. Rendón y Cía., Grupo Planeta, Prisa, Caracol, RCN). Y lo están haciendo con inmensos recursos nacionales y extranjeros.
La izquierda colombiana debe buscar con mayor fuerza esa alma popular. La encontró con Gaitán, y por eso lo mataron. Los temores oligárquicos nos indican que esa es la dirección correcta. El momento es para reencontrarnos con nuestro sufrido y manipulado pueblo. La historia vuelve sobre sus pasos y nos concede nuevas oportunidades.
Petro, debes pisar sin temor el acelerador popular. La gasolina te la ponemos nosotros.
(*) Aporte del compañero barranquillero Alfonso Camerano Fuentes, candidato a la Cámara por el PDA-Atlántico.
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