Por: Isaac Bigio*
A pesar de ello Cuba es el único país occidental del difunto bloque soviético en el que el Partido Comunista aún mantiene el monopolio del poder. Castro, además, ha evitado ser cuestionado por un levantamiento popular. ¿Cómo ha ido forjando a Cuba Fidel y qué puede pasar con esta isla en sus años finales?
Cuando el 31 de Julio la prensa oficial anunció que Fidel Castro dejaba temporalmente el poder para reponerse a una operación, miles de cubano-americanos festejaban en Miami lo que pensaban sería el fin del castrismo. En su cumpleaños número 80 Fidel mostró fotos donde aparecía recuperándose y prometió volver a asumir las funciones que dejó provisionalmente a cargo de su hermano Raúl, cinco años menor que él.
El interín liderado por Raúl puede ser una prueba de lo que vendrá. Sin embargo no se puede descartar que Fidel supere el medio siglo en el poder. Han habido otros presidentes que han estado en el cargo hasta los noventas años. Daremos dos ejemplos.
Eamon De Valera fue re-electo por tercera vez presidente de Irlanda en 1966 a la edad de 84 años, cargo que dejó a los 91 en 1973. En el mismo Caribe Joaquín Balaguer fue electo por tercera vez presidente de la República Dominicana en 1986 a la edad de 80 años en cuyo cargo estuvo hasta los 90 años de edad. Curiosamente la fecha en la que Balaguer entró y se fue del poder (16 de Agosto) fue en la misma semana en que Castro cumplía sus aniversarios. El derechista Balaguer, una antípoda de Fidel, llegó a sacar el 24% de los votos candidateándose a la presidencia a sus 94 años, dos años antes de morir.
La particularidad de Castro
Castro asumió el cargo de presidente de Cuba en 1976, cuando substituyó a Osvaldo Dorticós en ese puesto, que detentaba desde 1959. Sin embargo, desde el triunfo de la revolución cubana –el primero de enero de 1959– Fidel fue el hombre fuerte de su república.
La forma en la cual Castro llegó al poder fue muy distinta a la de las otras revoluciones comunistas del mundo. Los bolcheviques tomaron el poder en medio de una cruenta guerra mundial (1917) y se consolidaron en el poder tras una guerra civil que duró hasta 1921. En China, Corea, Indochina, Yugoeslavia y Corea los comunistas libraron prolongadas guerras de guerrillas. En los casos del Asia se consolidaron en el poder chocando militarmente con enemigos internos o potencias extranjeras. En Europa oriental las democracias populares fueron impuestas por el avance del ejército soviético confrontando al nazismo.
Mientras que en todos esos casos hubo guerras largas y muy sangrientas, el alzamiento de Castro se dio con relativa poca carga de muertos. Castro no se consolidó en palacio ejecutando a cientos de miles. Otra particularidad es que la revolución cubana no fue liderada por un Partido Comunista, sino por un grupo de disidentes del nacionalismo ortodojo, que no contó con la inicial simpatía del partido comunista oficial.
Cuando Castró celebró su 32o aniversario era uno de los latinoamericanos más jóvenes en llegar al poder. Entonces se declaraba anticomunista y partidario de una democracia tipo EEUU. Sin embargo su revolución se fue radicalizando. Después de que EEUU fija una cuota para la adquisición de azúcar cubana, Castro se lanza a expropiar US$ 850 millones de propiedades norteamericanas. Tras la derrota de la invasion organizada por la CIA en Bahía Cochinos, Castro decide transformarse en marxista-leninista. En Febrero 1962 la OEA, liderada por Wáshington, declara el bloqueo comercial contra Cuba y luego estalla la crisis de los misiles que casi detona la III guerra mundial.
El giro a la izquierda de Castro fue alentado por la presión de sus bases y de la escena internacional, por la actitud dura de EEUU y por el expreso interés que tuvo la URSS en crear una base a pocos kilómetros de distancia de EEUU a fin de neutralizar los campamentos militares que el Pentágono tenía regados en varios países limítrofes con ella.
Cuando en 1966 Fidel cumplía la mitad de su actual vida, había hecho un cambio fundamental. El guerrillero democratizador se había convertido en el arquitecto de la única economía planificada y estatizada que ha habido en las Américas. Castro hizo algo que nunca más se ha atrevido a hacer un gobernante latinoamericano –y que no es posible que hoy puedan hacer Chávez o Morales–: expropiar a los empresarios privados y establecer una economía estatizada sujeta a un plan quinquenal. En esta economía se vetaba la generación de capital y el dinero adquiría un valor de cambio o de contabilidad pero no servía para adquirir propiedades, tierras o fábricas.
Para los liberales su régimen destruyó las libertades y la posibilidad de que Cuba se convierta en un magneto para inversiones extranjeras. Castro retruca que con su igualitarismo se eliminó el desempleo y se garantizó a toda la población salud y educación gratuitas y de alta calidad. Los críticos de Fidel afirman que el creó una nueva oligarquía y la revista Forbes lo acusa de tener una fortuna de US$ 900 millones, cosa que él desafía que se lo prueben.
Cómo Fidel evitó un levantamiento anticomunista tipo 1989-91<>
De todos los países que formaron el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME o COMECON) sólo Cuba y Vietnam se libraron de ver en 1991 como colapsaba el Partido Comunista dominante. En la URSS, Bulgaria, Rumania, Checoeslovaquia, Hungría, Polonia y la República Democrática Alemana (RDA) una serie de protestas populares fueron socavando al régimen del partido único. Gran parte de las marchas fueron lideradas por sectores que eran pro-EEUU y en los noventas todos esos Estados fueron desarticulando la economía estatizada y planificada dando paso a privatizaciones y a la libre empresa, así como proclamando nuevas democracias multipartidarias.
Cuba y Vietnam se salvaron de tal evolución por tener una historia distinta y estar en un continente muy distante. Mientras que en Europa Oriental EEUU era visto como un aliado contra los "duros" y un símbolo de progreso y libertad, en Cuba e Indochina había una fuerte resistencia popular a Wáshington, a quien habían repelido militarmente o confrontaban un bloqueo. Mientras que en Europa los orientales veían como la parte occidental del continente tenía mejores niveles de vida y bienes de consumo, en Cuba y Vietnam sus poblaciones veían que sus vecinos tenían altas tasas de desempleo y pobreza, por lo que sus modelos económicos no le concitaban la atracción que sí la tuvo la Comunidad Europea para los euro-orientales.
Mientras las "revoluciones liberales" de Europa del este supieron sacar ventaja de resentimientos de minorías nacionales –como los armenios de Karabaj, los bálticos, los eslovenos y croatas, etc.–, Cuba, si bien es un crisol de razas, es nacionalmente homgénea.
A la semana que Fidel cumplió 65 años se produjo el golpe de Yanayev en Moscú (19/21 de agosto de 1991) que, al fracasar, produjo una contra-reacción. Esos años deben haber sido terribles para Fidel pues vió como su padrino soviético se desintegraba. Era su principal comprador de azúcar y de otros productos y también su proveedor de hidrocarburos, maquinarias y demás bienes. En 1990 su camarada Daniel Ortega pierde el poder y desde entonces los sandinistas no han vuelto a gobernar Nicaragua.
Pese a su aislamiento, Castro evitó un levantamiento tipo Europa Oriental debido a que sus principales opositores estaban fuera de la isla y a que la mayoría de la población comparaba su nivel de vida con el del resto de América Latina que se encontraba bajo fuertes ajustes. Si bien los monetaristas sostienen que esas reformas fueron esenciales para garantizar crecimientos tipo Chile, lo cierto es que entonces éstos inicialmente producían en muchas partes cierres de empresas y desocupación, panorama que Fidel mostraba como un mal ejemplo al pueblo cubano.
El giro de Castro
Castro pudo haber seguido el modelo de Angola, Mozambique y Etiopía, cuyos partidos marxistas leninistas que se mantuvieron en el poder con el apoyo de sus tropas o funcionarios. Estos países africanos nunca llegaron a eliminar la economía de mercado para remplazarla por una planificada. En estos tres casos los ex-prosoviéticos decidieron legalizar a sus antiguos oponentes armados y competir en elecciones con ellos. El MPLA angolés y el FRELIMO se convirtieron en partidos que se mantenían ininterrumpidamente en el poder, pero al estilo del PRI mexicano, permitiendo la creación de una nueva clase empresarial nativa y elecciones multipartidarias.
En Cuba Castro quiso que el monopolio del poder siga en manos del partido único y que la elite gobernante extrajera su poder de la administración de empresas públicas en vez de tener sus propias empresas privadas. Sin embargo, a medida que el régimen incentiva "joint ventures" e inversiones privadas deben estar surgiendo nuevos empresarios locales (como hoy los hay y con tanta fuerza en China roja).
Castro ha buscado diversificar su economía y dejar que empresas extranjeras adquieran propiedades o establezcan sociedades mixtas con el Estado. Uno de los sectores claves iniciales en ese giro han sido turismo y hotelería, pero también se ha extendido a fábricas y a productos químico-farmacéuticos. Ha debido permitir que una parte de su economía quede dolarizada y que su plan quede alterado con fuertes elementos de mercado.
Castro quiso emular el giro de Vietnam y China que mantenían las dictaduras del Partido Comunista pero abriendo sus mercados. En esos casos los comunistas se comprometían a usar su influencia laboral para evitar huelgas, mientras que a sus poblaciones les decían que había que trabajar en torno a esas empresas para levantar la economía. Muchos inversionistas han sabido sacar gran ventaja de ello.
Sin embargo, mientras EEUU ha demostrado gran entusiasmo por invertir en China y Vietnam –pese a los millares de estadounidenses que perecieron bajo sus balas– en Cuba, al igual que en el caso de Corea del Norte, Wáshington mantiene su hostilidad.
El bloqueo norteamericano no ha hundido a Castro. Mas bien, le ha permitido aparecer como héroe de la soberanía nacional y buscar nuevos nexos. Ha entablado buenas relaciones con México y Canadá –socios de EEUU en el NAFTA–, aunque queda pendiente ver si el nuevo gobierno conservador canadiense no decida alejarse de la anterior linea de acercamiento a Cuba impuesta por los liberales y prefiera apegarse a la posición de Bush.
De manera especial Castro ha buscado acercarse a la Unión Europea y a América Latina. España ha sido un puente clave. Desde 1991 Fidel y el rey de España –quienes deberían ser antípodas pues uno plantea el comunismo y el otro la monarquía hereditaria– han venido coordinando estrechamente el impulso de las cumbres anuales iberoamericanas.
Éstas se han dado de manera paralela a las de la OEA con la diferencia de que no participan EEUU y los países angloparlantes, pero donde siempre se plantean resoluciones buscando cesar el bloqueo contra Cuba. En estas cumbres España lograba reconstruir su relación con sus ex colonias y avanzar como el gran inversor de la Unión Europea en la región, mientras que Cuba se reinsertaba en su continente y atraía capitales ibéricos y latinoamericanos.
De las armas a las urnas
Cuando Castro festejó medio siglo de vida las tropas cubanas eran enviadas al Africa. Ellas fueron claves en apoyar a los regímenes pro-soviéticos de Angola y Etiopía. Al celebrar sus 55 años Castro había logrado tener en Nicaragua un socio donde también una revolución local apoyada en guerrilleros había depuesto a un dictador.
Sin embargo, Fidel ha ido dejando la diplomacia del fusil. Así como Khadaffi en Libia busca distanciarse de toda forma de terrorismo, Castro hoy quiere que sus partidarios vayan abandonando la vía armada. Fidel exporta expertos cubanos, pero en las áreas de salud y educación –tal como lo viene haciendo a Venezuela–. El Congreso Nacional Africano, el IRA irlandés y la ETA vasca se desarrollaron bajo la influencia de Castro, quien hoy alaba sus procesos de desarme e incoproración a la democracia multipartidaria.
Hoy antiguos guerrilleros están en los gobiernos de Bolivia y Uruguay, o colaborando con los de Brasil, Chile y Venezuela. La única guerrilla que queda con peso es la colombiana a la que Castro y Chávez quieren obligarla a sentarse con Uribe a negociar. El presidente colombiano, pese a ser el más pro-Bush de la región, constantemente se vale de La Habana como mediador ante las FARC y el ELN.
La otra guerrilla castrista de peso que quedaba –los zapatistas– ahora buscan operar en la legalidad electoral. En cuanto al senderismo, Granma saludó cuando su jefe Abimael Guzmán fue apresado por Fujimori en 1992.
La derecha puede ser muy hostil a Castro pero debe reconocer que él ha jugado un rol importante en ir desmovilizando a las guerrillas y hacer que varios de sus líderes y movimientos se hayan integrado a las actuales democracias representativas, con lo que se ha ayudado a estabilizar una época inusual en América Latina. Por primera vez durante alrededor dos décadas casi toda la región ha tenido gobiernos electos en comicios multipartidarios.
A pesar de que Castro ha empujado a sus camaradas de armas hacia las urnas, persiste en mantener la dictadura del partido oficial, sistema que él ve como más democrático pues, según él, hay menos desigualdad social y más participación popular
El presidente venezolano ha hecho bastante para ir rompiendo el cerco de EEUU a la isla. A inicios de este año La Habana creó con La Paz y Caracas el Tratado de Comercio de los Pueblos, que es contrapuesto al ALCA de EEUU.
Una gran satisfacción debe tener Fidel por el hechode que es el primer cumpleaños que celebra sabiendo que en el país donde murió el Ché Guevara existe desde enero un gobierno que le es cercano. Justamente, uno de los motivos que los médicos dan al deterioro de la salud de Fidel es que él se agitó mucho en el viaje a Córdoba donde visitó una ciudad donde vivió Guevara, donde condujo un mitin ante decenas de miles de personas y donde fue la estrella de la cumbre del Mercosur.
En este cónclave se selló un acuerdo arancelario con Cuba pasando por alto el bloqueo impuesto por EEUU y la OEA. Fidel ha visto caer a varios presidentes amigos suyos en el continente –Brasil 1964, Bolivia 1971, Chile 1973, Perú 1975, Granada 1983, Nicaragua 1990– pero nunca antes se ha sentido rodeado por tantos gobiernos cercanos. Tiene por primera vez un bloque económico y politico regional con Venezuela y Bolivia y buenas relaciones con Argentina, Brasil, las dos mayores economías suramericanas.
La venezolanización de Cuba
Sin embargo, entre ambos hay una gran diferencia. Fidel llegó al poder mediante una revolución armada que destruyó a las FFAA existentes, que expropió a todas las grandes empresas privadas y que estableció una economía centralmente planificada donde el eje de la producción es cumplir cuotas (y no generar una ganancia) y donde inicialmente la moneda dejó de ser un valor para comprar propiedades y generar capital, para ser, esencialmente, un medio de cambio o de contabilidad.
Chávez llegó a palacio mediante las urnas y ha buscado potenciar a las FFAA existentes. Caracas sigue llena de multinacionales norteamericanas y la empresa privada sigue desarrollándose, aunque varios de sus sectores muestren su desafecto con el izquierdismo oficial. También ha mantenido elecciones y una democracia representativa, pese a que sus oponentes indiquen que en ésta hay elementos autoritarios y populistas. En suma, en Venezuela no se ha producido un quiebre y ruptura de su economía y de su sistema, aunque Chávez haya hecho una nueva constitución.
La posibilidad que Chávez, Morales o Lula sigan un camino a la cubana –es decir de ir a confiscar a la empresa privada y socializar toda la producción– es algo imposible. Ya no existe la Unión Soviética, Cuba no desea ese cambio y esos gobiernos no quieren desequilibrar a sus respectivos Estados y economías.
Ciertamente que en Venezuela, Bolivia y algunas alcaldías izquierdistas de la región se verá un flujo de profesionales cubanos de la salud y de la educación, y que también se plantearán reformas agrarias y laborales, y algunas nacionalizaciones. Estas medidas no quieren eliminar a la economía de mercado y a la empresa privada sino desarrollarla en un marco donde haya una mayor intervención estatal. Los nuevos liberales cuestionarán a ese modelo como populista y como una traba para captar inversiones privadas y generar un desarrollo tipo Chile, sin embargo, ellos deben reconocer que los castristas ya han renunciado a querer exportar una economía planificada y que, mas bien, están gradualmente minando a la que tienen en Cuba.
Mientras muchos ven a Chávez, Morales, Kirchner o Lula como aliados izquierdizantes de Cuba, lo cierto es que, en realidad, ellos están jugando un gran rol en transformar la isla. Antes que una cubanización de Venezuela lo que tenemos es una venezolanización de Cuba.
Fidel gradualmente se ha ido distanciando de muchos de sus anteriores radicalismos y trata de acercarse ideológicamente a los gobiernos que giran en torno al Mercosur. El petróleo subvencionado venezolano ha levantado a la industria y el sistema de transporte y energía cubanos. A cambio de ello Cuba le ha dado a Venezuela medicinas, productos y personal cualificado en el area de salud, educación y militar. La alianza de los petrodólares venezolanos y de los servicios de salud y educación cubanos viene teniendo su impacto en la región. Ha apuntalado municipios izquierdistas en Centroamérica, ha creado una amplia capa de becarios en el Caribe anglo-parlante –donde hay un creciente interés por la cultura y el medio hispanoamerican– y va a querer tener un impacto en Suramérica (especialmente en Bolivia).
Ciertamente que para EEUU el régimen de Castro es un eterno dolor de cabeza. La estrategia republicana es la de la confrontación y eso ha implicado la aprobación de una nueva partida de fondos para gestar su caída. Posiblemente una nueva administración demócrata –si se diese– pudiera buscar una reconciliación con Fidel. A fin de cuentas Wáshington permitió que el emperador japonés Hiro Hito se mantenga en el poder pese a haber liderado al imperio nipón atacando a millones de norteamericanos. Pero ciertamente el monarca del Sol naciente aceptó una rendición incondicional y figurar como símbolo sin mayor poder que dejaba a los EEUU re-estructurar a su país, cosa que Fidel no aceptaría.
Algunos sectores en EEUU buscan un ala Gorbachov en el PC Cubano y creen que Raúl Castro podría abrir tal camino. Sin embargo, la forma en la cual Fidel ha designado a su sucesor es algo que nos recuerda a Corea del Norte. Si Kim Il Sung fue el primer líder comunista en dejar el poder a alguien de su familia –a su hijo heredero–, Fidel ha designado a su hermano Raúl como su sucesor.
Para muchos esto parece una monarquía o dinastía roja y por ende una contradicción con el comunismo que pregona la desaparición de privilegios, herencias y clases. Para los liberales ello es una muestra de la hipocresía del comunismo y para los marxistas más ortodoxos ello es una muestra que el castrismo se ha burocratizado. Sin embago, para la elite cubana esta continuidad familiar es la mejor garantía de mantener un régimen cercado por EEUU y evitar un fraccionamiento del partido y desbordes sociales.
Para los partidarios de que Cuba se convierta en otra democracia liberal como la del resto del continente quedan dos alternativas: una es buscar un levantamiento popular tal vez apoyado directa o indirectamente por EEUU; y la otra es presionar para una reforma gradual interna.
La posibilidad de que en Cuba se repitan los levantamientos pro-occidentales de Europa del este 1989-91 no es hoy muy viable. EEUU no pasa por uno de los mejores momentos de su historia –como fue en 1989-1991– y, mas bien, se encuentra enlodado en Iraq, Afganistán y el Asia occidental, donde ve surgir gobiernos y movimientos contestarios –Hamas en Palestina y Ahmadinejad en Irán, quien presiona sobre Siria, Líbano e Iraq–.
Del otro lado, en América Latina el esecanario es distinto al de 1989-91. El Concenso de Wáshington se ha roto y ya hay varios Estados que difieren del modelo monetarista de moda en los noventas. Allí viene creciendo una nueva izquierda moderada, que no es de corte insurgente sino democratizante, que acepta el mercado, la inversión privada y las estructuras de los Estados que han dejado de buscar derrocar.
Un gobierno comunista puede ser depuesto ya sea por fuerzas que están a su derecha –como pasó en Europa oriental en 1989-91– o a su izquierda –como pudo pasar en Europa oriental en Hungría 1956, Praga 1968 o Polonia 1980–. Esto último es algo que pudiesen promover algunos sectores marxistas descontentos con las nuevas desigualdades y el aumento de la prostitución, quienes propondrían una "revolución dentro de la revolución", planteando desprivatizar, reflotar democráticamente la economía planificada y retomando una política exterior militante.
Sin embargo, la posibilidad de ir hacia un derrocamiento del regimen (ya sea mediante un levantamiento pro-EEUU o uno democratizador del socialismo) es algo que, si bien puede irrumpir en medio de un volcán comprimido, es algo que no se avisora en el futuro más inmediato.
Varios analistas coinciden en decir que mientras EEUU se viene distrayendo en Medio Oriente Castro y Chávez han venido avanzando en su "patio trasero". Sin embargo, EEUU requiere "latinoamericanizar" el Asia Occidental –es decir: remplazar regímenes proteccionistas por unos que liberalicen a la economía y a la política–. Si logra ese objetivo podrá consolidarse a nivel global y en las Américas. De allí que Chávez tanto intente apoyar a Irán y organizar con Rusia, Bielorrusia, Vietnam y China un contrapeso a Wáshington.
El futuro de esta isla depende de la escena internacional. Fue el interés soviético quien jugó gran rol en transformar a Fidel de rebelde democratizador a comunista expropiador. La desintegración soviética encontró a Fidel buscando un compromiso entre el ascenso de la globalización liberal y el poder mantener como China y Vietnam un monopolio del partido comunista que se vaya abriendo gradualmente al mercado.
Si la debilidad de EEUU en los sesentas empujó a Fidel hacia la izquierda y si el triunfo de los EEUU en los noventas hizo que Fidel se vaya distanciando de sus radicalismos y de promover insurgencias, hoy gran parte de su futuro depende de como quede EEUU en su "guerra antiterrorista global" y en su intento de aparecer como el superpolicía del planeta –algo que, por el momento, viene reculando y generando contrapesos por parte de la UE y Rusia–.
El castrismo podría acentuar su evolución de querer combinar aspectos del viejo plan estatista con nuevas concesiones al mercado –y quizás hacia alguna forma de tolerancia interna– en la medida que vaya gestando un polo afín en su propia región.
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