Es preciso vengar la patria cuantas veces intenten los pérfidos sepultarla en la anarquía y arruinarla; y no debemos desmayar jamás, aún en medio de las mayores dificultades...
-Simón Bolívar-
Por: Guillermo Sáez Álvarez.
Cuando el clima político anda alborotado , todo se convierte como en la música, en “ variaciones sobre un tema”, que bien podría ser de Haydn ,Mozart o Bach, pero el tema actual es sobre el berrinche de Caprilito, ese hijito de papi y mami, acostumbrado desde chiquito a que lo complazcan todos sus caprichos, y me hace recordar a un primo que cuando niño, le descubrió el lado flaco a la mamá y cada vez que quería algo, por caro que fuera, le armaba un berrinche, hasta que ella, ya a punto de suicidarse, buscaba el dinero como fuera para comprarle al “angelito” le que quería. La diferencia entre mi primo y Caprilito es que el primo sabía lo que hacía, y resultó ser un súper-dotado que se graduó de ingeniero summa cum laude antes de los 18 años, mientras Caprilito resultó ser un pésimo alumno, pues obviamente no tenía la suficiente inteligencia, quedándose retrasado con respecto a sus compañeros de clase.
Aunque esta vez no se trate de un niño, su comportamiento requiere un examen psiquiátrico a fondo, pues a todas luces no es normal y escapa a cualquier análisis sobre comportamientos humanos. Sus ojos puyuos nos hace sospechar que actúa bajo el efecto de sustancias prohibidas.
Hasta ahora nuestro personaje ha tenido suerte, gracias a la blandenguería de nuestro gobierno, pues en cualquier otro país ya estaría en un hospital, o tras las rejas a buen resguardo. Y si no es blandenguería, es posible que sea táctica inteligente que podría dar frutos a largo plazo. De cualquier manera, Venezuela no es Siria, ni Libia. Tampoco somos Egipto ni Grecia para caer en planes desestabilizadores. Nuestro país es rico, no solo en recursos naturales, sino en la madurez de su pueblo y experiencias ya superadas de golpes fallidos y la conducción de nuestro fallecido súper-líder y una soberanía a prueba de paquetazos tipo BID y BM.
Cuando coloqué el título, pensaba hablar de otro tema, pero parece que es contagioso, y me desvié del rumbo que pensaba tomar. Sin embargo, no es difícil empatarlo con la idea original y es la crisis europea, en especial, la que vive nuestra “madre patria” como era costumbre llamarla, pero que todos sabemos que es España.
Cuando hablo de sangre roja, me refiero a los “indignados”, los que han pagado los platos rotos de los recortes y paquetazos neo liberales, me refiero a los miles de desempleados, desahuciados y jubilados, sin olvidarnos de los suicidas que han derramado su sangre por la esperanza perdida. Esa sangre roja , la que nunca aparecerá en las páginas de Hola, la que nos enseña Walter Martínez, cuando “en pleno desarrollo” vemos desangrar a algún herido en cualquier parte donde las bombas o los fusiles nos han enseñado que de verdad es roja.
Cuando se me ocurrió el título recordé que también hay “sangre azul”, es decir la de reyes y reinas, príncipes y princesas o cualquiera que un título nobiliario pretende tener ese color. Por cierto, en Europa hay muchas Monarquías que pasan desapercibidas y funcionan como verdaderas democracias como Holanda, Dinamarca, Suecia, Mónaco, etc. Aunque sus monarcas sean invitados de honor luciendo trajes de marca, costosas joyas, comiendo caviar y brindando con champaña francesa y Whisky de 25 años… ¡ahhh! y también posando para los flashes de Hola. Casi se me olvida, acompañados de estrellas de Hollywood, que aunque no tengan sangre azul, sí tienen la cartera llena y costosas mansiones y autos último modelo. Pero les aseguro una cosa: ninguno de ellos ha visto las manifestaciones de los “indignados”, y si las han visto, no me acuerdo. No los envidio. Es más, no encontraría qué hablar, pues me los imagino hablar solo de cosas vacías, intrascendentes: me sentiría como cucarachas en baile de gallinas.
Por: Guillermo Sáez Álvarez.
26 de abril de 2013
26 de abril de 2013
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