o mi vida no será privatizada...
"Indignados en todas partes del mundo capitalista han salido a las calles en cientos de ciudades de todos los continentes para exigir un cambio global, lanzar una crítica al poder político y protestar contra las consecuencias del funcionamiento de los mercados y la banca, contra los recortes o contra la precariedad en el empleo."
Por: Joaquín López Mujica
Publicado en: Ciudad Caracas
Los indignados del mundo ocupan los espacios de las cadenas de televisión e Internet, y les dicen adiós a los pensadores del nihilismo anarquista y los conversos a la derecha. Son el símbolo de mayo 68, el reclamo de una ciudadanía en el mundo contemporáneo, una escala de valores contraria a: el mercantilismo, la anti política y el narcisismo individualista.
La protesta diaria de los indignados de Europa y Estados Unidos se opone al poder financiero y los sistemas políticos dependientes del poder económico, realizan asambleas en las comunidades, escenifican un nuevo poder que incluye la ocupación, la praxis colectiva, el pacifismo y la reivindicación de una democracia viable y de sentido igualitarista.
El pensamiento político del liberalismo clásico, el neoliberalismo, patriotismo, no cuadran en este paradigma de denuncia de la economía excluyente y el sistema educativo (no reducido a la híper-tecnología). La grave situación de verse inesperadamente sin futuro ha hecho renacer a la política y lo contestatario, una utopía en marcha, se trasmite de generación en generación pero, en el tiempo de la instantaneidad cibernética (las redes sociales e Internet) es una rebeldía de proyección exponencial, sin riesgo a desaparecer, todo lo contrario.
El trabajo, la reivindicación de las mayorías (somos el 99%) y autonomía ante la maquinaria de la mentira mediática son sus consignas (recordemos este cartel madrileño: apaga la televisión y enciende tu mente) con las referencias del proceso venezolano (la revolución no será privatizada). Se reclama los derechos fundamentales a un mundo que, limita al individuo de capacidades y voluntad de actuar, acertadamente evocado en el libro de Sthephane Hessel (Indígnese) aquí la obsesión por el cambio no es impulsada por el reduccionismo de la sociedad de masas.
Por: Joaquín López Mujica
26/11/11.-
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