Los grupos internacionales de socorristas son engañados, desviados de sus tareas, no se les orienta hacia dónde ir.
Por: Miguel A. Jaimes (*)
Tomado de: www.aporrea.org
Lo último desde Haití: una Monja arrodillada reza sus últimas oraciones ante el cuerpo del Arzobispo, rescatado por la brigada mexicana. Los cadáveres están ardiendo en las calles, ya no dan a bastó para enterrarles. Con cada sismo colapsan las pocas estructuras que quedaban. Los Marines estadounidenses están desviando aviones internacionales que vienen con ayuda. Un Coronel de las Naciones Unidas declara que en quince días todo volverá a la normalidad, que rápido se zafa este organismo de sus responsabilidades. A los aviones médicos de Médicos Sin Fronteras les han prohibido aterrizar. El portentoso barco medico estadounidense anclado en la bahía haitiana solo ha atendido a diez heridos.
Aun no aparece sobre la faz de este terrible mundo un miserable laboratorio médico anunciando que al menos donaran algodón, que triste es vivir en este mundo con tanta miseria espiritual.
En Haití, tristemente todo ha colapsado, no hay concepto para tratar de definir lo que pasa en este importante enclave geopolítico y estratégico en la agonizante nación del Caribe Oriental.
Mientras el mundo sucumbe ante la desgracia sufrida, tratando de ayudar a la desesperación de este sufrido pueblo, haciendo lo necesario para que pueda ingerir un bocado el cual sus habitantes no obtienen en días, otros, entre esos las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos descansan en sus cómodas sillas de cuero, emitiendo comunicados: estamos evaluando la ayuda.
En paralelo con la desgracia, apurados los Estados Unidos despliegan el operativo estratégico militar más grande de la región, en vez de coordinar la estructura logística para desplegar de manera inmediata ayuda humanitaria, trazan puntos estratégicos para controlar militarmente cada metro del país.
Aun contando con importantes especialistas en materia de desastres, sabiendo que la situación de la población tiende irreversible y velozmente a agravarse, muy al contrario de todos los escenarios de alarma, empeñan su logística y preparación en impulsar el ahogo de esta nación.
Preval, ya no es el Presidente de este devastado país, ha sido objeto de un golpe de crisis paralizante, lo han desprendido del cargo y el no contar con un equipo de emergencia a hecho que los EE.UU le intervengan el país.
La población no le reconoce, pues sus órganos militares y policiales reprimen en vez de ayudar a paliar la grave crisis, la especulación se elevo a niveles inimaginables por cualquier sensato, esto hace que a cada momento el país se derrumbe estrepitosamente.
La población está tratando de salir en desesperadas canoas, enfrentándose a la bravura oceánica, las principales islas cercanas están a cientos de millas, y no podrán resistir la navegación, ahora veremos un mayor número de cadáveres, esta vez esparcidos en alta mar.
Otros preferirán morir en un último intento desesperado por obtener un puñado de arroz que arrastra sus granos caídos en empolvoradas calles que resisten cada día las replicas de la naturaleza.
Haití es actualmente una terrible vorágine, en Puerto Príncipe se debaten los pocos sobrevivientes del holocausto caribeño. No hay ministerios, la presidencia está cerrada, los legisladores no existen, la autoridad es acusada por los dedos de los hambrientos que ven como negocian a elevados precios la ayuda internacional.
Los grupos internacionales de socorristas son engañados, desviados de sus tareas, no se les orienta hacia dónde ir. Solo se escucha la voz de un pueblo que grita: hambre, sed, por favor ayuden a mis padres, a mis hermanos, a mis hijos, estamos muriendo.
Lo último: un niño de apenas nueve días de nacido es rescatado aun vivo esta noche, sus padres a un lado muertos le protegían con sus aplastados cuerpos…
Aun no aparece sobre la faz de este terrible mundo un miserable laboratorio médico anunciando que al menos donaran algodón, que triste es vivir en este mundo con tanta miseria espiritual.
En Haití, tristemente todo ha colapsado, no hay concepto para tratar de definir lo que pasa en este importante enclave geopolítico y estratégico en la agonizante nación del Caribe Oriental.
Mientras el mundo sucumbe ante la desgracia sufrida, tratando de ayudar a la desesperación de este sufrido pueblo, haciendo lo necesario para que pueda ingerir un bocado el cual sus habitantes no obtienen en días, otros, entre esos las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos descansan en sus cómodas sillas de cuero, emitiendo comunicados: estamos evaluando la ayuda.
En paralelo con la desgracia, apurados los Estados Unidos despliegan el operativo estratégico militar más grande de la región, en vez de coordinar la estructura logística para desplegar de manera inmediata ayuda humanitaria, trazan puntos estratégicos para controlar militarmente cada metro del país.
Aun contando con importantes especialistas en materia de desastres, sabiendo que la situación de la población tiende irreversible y velozmente a agravarse, muy al contrario de todos los escenarios de alarma, empeñan su logística y preparación en impulsar el ahogo de esta nación.
Preval, ya no es el Presidente de este devastado país, ha sido objeto de un golpe de crisis paralizante, lo han desprendido del cargo y el no contar con un equipo de emergencia a hecho que los EE.UU le intervengan el país.
La población no le reconoce, pues sus órganos militares y policiales reprimen en vez de ayudar a paliar la grave crisis, la especulación se elevo a niveles inimaginables por cualquier sensato, esto hace que a cada momento el país se derrumbe estrepitosamente.
La población está tratando de salir en desesperadas canoas, enfrentándose a la bravura oceánica, las principales islas cercanas están a cientos de millas, y no podrán resistir la navegación, ahora veremos un mayor número de cadáveres, esta vez esparcidos en alta mar.
Otros preferirán morir en un último intento desesperado por obtener un puñado de arroz que arrastra sus granos caídos en empolvoradas calles que resisten cada día las replicas de la naturaleza.
Haití es actualmente una terrible vorágine, en Puerto Príncipe se debaten los pocos sobrevivientes del holocausto caribeño. No hay ministerios, la presidencia está cerrada, los legisladores no existen, la autoridad es acusada por los dedos de los hambrientos que ven como negocian a elevados precios la ayuda internacional.
Los grupos internacionales de socorristas son engañados, desviados de sus tareas, no se les orienta hacia dónde ir. Solo se escucha la voz de un pueblo que grita: hambre, sed, por favor ayuden a mis padres, a mis hermanos, a mis hijos, estamos muriendo.
Lo último: un niño de apenas nueve días de nacido es rescatado aun vivo esta noche, sus padres a un lado muertos le protegían con sus aplastados cuerpos…
(*) Por: Miguel A. Jaimes
M Sc. Ciencias Políticas
Para: www.aporrea.org
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