¡Vamos! ¡Ven, dame tu mano y caminemos como hermanos! ¿Qué podemos perder los que nada tenemos? ¡Caminemos tras la utopía, si total no cuesta nada!Por, Martín Guédez
Esa hidra de mil cabezas que nos acosa con su tendencia al egoísmo, el guabineo ético y al disimulo, hace que debamos preguntarnos con firmeza si esa sociedad verdaderamente socialista no será una utopía. En lo personal pienso que más allá de la posibilidad de alcanzar o no el sueño debo seguir soñando; que esta vida es un puente y los puentes se cruzan, no se queda uno a vivir en ellos; que prefiero que la muerte física me encuentre caminando tras la utopía a que me consiga arrellanado, enchinchorrado y empantuflado; y que esta es una decisión irrevocable, acaso porque ya es algo tarde para devolverme, o no he tenido la “suerte” de que me den el famoso “cañonazo de los 50 mil pesos” del general Victoriano Huerta. Al final ¡quien sabe!
¿Cómo hacemos?, ¿en quien creer?, ¿cómo detectar al guabino? Por el verbo no me parece. La lengua, de ordinario conocida como el envoltorio material del pensamiento, pareciera más bien –en muchísimos casos- ser el modo perfecto de esconder lo que se piensa, de decir lo que conviene y callar aquello que compromete. ¿Entonces, cómo…? De nuevo Jesús, el revolucionario de Nazareth, nos entrega un luminoso instrumento. Los fariseos eran los mejores judíos, llegaron a ser tan cumplidores y perfectos que algunos de ellos formaron una secta: “Los irrepensibles”, gente que, como habrán advertido, no podían ser reprendidos, no por causa de la fuerza sino por el esmero que ponían en decir y hacer todo perfecto. Sin embargo, nunca engañaron al humilde carpintero; los detectó rapidito, les faltaba un mandamiento sin el cual todo lo demás era pura pantomima, apariencia, disimulo y oportunismo puro y raso: EL MANDAMIENTO DEL AMOR AL PRÓJIMO. De modo que Jesús, como he dicho, nos entregó tremendo instrumento, un bisturí certero corta-caretas, “por sus frutos los conoceréis”. El pueblo, en su infinita y natural sabiduría también nos entrega otra herramienta: “Dime con quien andas y te diré quien eres”. Aunque a mí me gusta más, “Dime con quien andas y en que andas y te diré quien eres”
De modo que no requeriremos muchos análisis conductuales, creo que bastará con mirar cómo andan, cómo viven, cómo se desplazan, en que se desplazan…y poco más. Creo que fue Andrés Eloy Blanco quien dijo que el dinero era como la tos, imposible de ocultar. Mi abuelita, menos conocida y menos preparada -apenas tercer grado- que Andrés Eloy pero quizás igual de sabia, decía: , se refería mi vieja al viejo prurito de ser blanco caucásico para figurar y ser aceptado y el modo cómo, cuando tienes dinero, eso "te blanquea". Quizás quepa en este caso. El dinero blanquea. Cambia el porte, los modos, el airecillo ese…ustedes me entienden. No importan los esfuerzos que hagan por ocultarlo, el dinero los denuncia.
Por, Martín Guédez
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