Transcriptio Fr. Anibal de Nazoa, de Caracas, Prov. De Benezuela, DMCMXCI
Yo Chicu… (ilegible), uezino desta Ysla de Guanahani, en buen uso de mi consciencia e rrazon e por mandato de las mesmas, ansí como por creer de justicia dexar memoria de toda injusticia, cunplo ante quien quisíerede leer con fazer relato de quanto vide el dia dozeno de la luna décima del año que corre, de lo qual doy fee e acontescio tal como se sigue: Esse dia, estando el sol no muy alto, mi muger, dos de mis hijos e otros comarcanos que abian salido a la playa a tender las artes de pesca rregresaron a toda carrera, con grande sofoco e con el espanto pintado en sus rostros e dando grandes vozes dixeron: padre, padre, venid para que veais aquesta guarandinga. Dexé entonces de fazer lo que faziendo estava e fízeme del cuerpo gran susto que llevé cuando vide lo que vide, como ser tres bultos grandíssimos que venian por la mar, que no se savia si eran cosa del bien o del mal, berdad o inbencion de nuestra mente, cosa real o resultas de algun encantamiento. Eran como tres casas más grande que cualesquier de las nuestras e a las quales yo llamé navios porque uenian por la mar e de que flotaban, flotaban mas nada por esso, por no ser mi costumbre el dar nombre a todo lo que no conosco, segun uso de mis maiores e mas que todo por euitar uainas. A todas estas la boz se abia estendido por toda la Ysla e la entera población estava contenplando el portento. Cosa de dos horas después viose que en efeto eran navios, de tal grandor que cobrian el horizonte y estorbaban la luz del sol con sus velas.
Mediado el dia los dichos navios se afuncaron en la arena e dellos comenzaron a baxar los seres más extraños e amenazadores que mis ojos oviessen visto, mas el rresto de su aspecto no dexaba saver si eran omes o bestias, benian todos cobiertos de varia piel,sobre todo era rara la parte del pecho que era como caprazon de tortuga mas brillante, e la cabeza que remataba en una como tutuma tambien brillante e acabada en punta, la qual apariencia causo muchas risas entre nuestra gente. Su cara la tenían cubierta de pelos, a la usanza de los monos o como si toviessen la cabeza al revés, mas aquellos pelos no eran suaves como los de los dichos monos sino asperrimos e negros como los que en algunos de nosotros estan en las vergüenzas del cuerpo. Lo que más grande maravilla causó en nuestras gentes de aquellos visitantes fue el olor que despedían, que dexaba chico al mapurito más armado, que de no avellos visto como se estavan moviendo qualquiera que se les oviesse acercado avria dicho que eran muertos.
Otrosí que después de aver ellos sido llegados a la playa vimos que no eran bestias sino omes quando vimos que tenian el donde la palabra, tal supimos quando el primero de ellos en pisar tierra levantó sus manos e dixo: ¡Oro!, e que le siguió el otro e el otro siempre deixeron lo mismo, Oro, e niguno tenia en su boca otra palabra sino essa de oro, que yo no sabia que cosa fera pero cosa muy principal avia de ser, tal vez el nombre de su dios mayor si tenian alguno. Dixeme entonces, muy facil ha de ser el aprender la habla de estas gentes, que se reduce a una sola palabra, e ansí a todo peludo que se me acercase le decia “oro”, y él me sonrreía e salia brincando con grande contentamiento. Una bez aposentados en la playa todos los estraños, baxó de su canoa el que parescia ser su principal o cacique, uno como ellos pero sin pelos en la cara, el pecho sin caparazon de morrocoyo e los ojos puyudos. El dicho gefe o lo que fuere se detuvo en medio del terreno e comenzo a dar bozes e a danzar como preso de un ataque de alferezia, levantando en el aire uno como emblema que truxo, consistente en un palo largo cruzado por otro palo mas corto, e a una orden suya todos los estraños se arrodillaron con él en el centro, entonces él clavó el dicho palo en el suelo e de contino volviéndose hacia la mar dixo algo que nos dio a entender no se por qué que a su parescer aquesta Ysla passaba en lo adelante a formar parte de algun rreyno del otro lado de la mar. En esto uno de los nuestros se opusso e dixo no, y uno de los estraños levantó una como caña hueca que truxo desde el principio , la cual caña vomitó un trueno de fuego e aquel nuestro cayó muerto con una fuente de sangre brotando de su cuerpo. Cunplido este acto de crueldad e sin dexar de pronunciar la que parescia única palabra de su habla, oro, oro, oro, los estraños reembarcaron e se perdieron en la mar segun avian venido. Esto acontescio avrá obra de una o dos lunas.
Ayer consulté a mi tio Cyu… (ilegible), sabio cronista destas tierras, su parescer sobre aquel sucesso, e mirando hacia el lugar do avia caydo muerto nuestro hermano, dixome:
- Sobrino, abeisme de prestar mucha atencion a lo que agora digovos: mucho lamento e con grande dolor lo digo, sabed que per saecula saeculorum nos fodimos: hemos sido incorporados a la cultura occidental e christiana.
Publicado en la revista CRITICARTE III etapa, Nº 4, 1992.
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