Si los Estados Unidos importan más de lo que exportan, es porque consumen más de lo que producen, gastando un ingreso que no han ganado...
Por: Alejandro Teitelbaum (*)
En julio de 1944, la Conferencia Monetaria y Financiera de Bretton Woods acordó la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRD).
Estas instituciones "(...) tenían como finalidad fomentar tipos de cambio estables, estimular el crecimiento del comercio mundial y facilitar la circulación internacional de capitales... Hubo una falta de atención casi inevitable a los intereses de los países en desarrollo. La mayoría de éstos eran aún colonias y por lo tanto no estuvieron representados en Bretton Woods... En general se soslayó al Tercer Mundo y poco se tomaron en consideración sus intereses" (Comisión del Sur, 1991, pág. 37).
Ya en 1943, cuando comenzaba a vislumbrarse el fin de la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses y los ingleses comenzaron a discutir las bases de la organización de la economía mundial en la posguerra. John Maynard Keynes, encargado por las autoridades británicas de participar en las deliberaciones, propugnaba la creación de una cámara de compensación mundial (Clearing Unión) que permitiría hacer todas las transacciones internacionales a un tipo de cambio fijo referido a una moneda internacional emitida por la Clearing House, el "bancor". Se trataba de un verdadero sistema monetario internacional regulador de las finanzas internacionales, que conservaba la simetría entre las partes, con mecanismos de control y eventualmente de financiación para los países deficitarios y una participación de cada país en función de sus capacidades financieras.
Sería una especie de Banco a escala internacional en el que los "clientes" serían los Estados. Pero esta propuesta no fue aceptada por los Estados Unidos, en ese momento en la cumbre de su poderío económico como único gran beneficiario de la Segunda Guerra Mundial, que impuso en Bretton Woods sus puntos de vista: Un sistema de cambios fijos (con una elasticidad del uno por ciento en más o en menos sobre la paridad establecida entre las monedas) y la paridad establecida en relación con el oro o con el dólar de los Estados Unidos (artículo IV de los Estatutos del FMI, antes de la reforma de 1978).
Y en lugar de un Banco o "Clearing House" internacional, un Fondo en el cual los países miembros depositan una suma (cuota), en parte en oro y en parte en moneda nacional.
Cuando un país miembro se encuentra en dificultades financieras tiene derecho a recibir en diversas monedas una suma equivalente a su cuota en oro, sin condiciones. Para recibir una suma superior, debe ajustarse a las condiciones que le impone el Fondo en materia de política económica, monetaria y presupuestaria.
Así es como en la práctica se institucionalizó el dólar como moneda internacional, obligando a todos los países a acumular reservas en dólares para hacer frente a las fluctuaciones de sus respectivas monedas, resultante del estado de su balance de pagos. Con este sistema, la Reserva Federal de los Estados Unidos no tiene necesidad de defender el dólar ("un dólar siempre es un dólar") pues los Bancos Centrales de los otros países tienen que hacerlo para mantener la paridad de su moneda respecto del dólar. "El Banco Central de los Estados Unidos no tiene que defender el tipo de cambio del dólar: los otros lo hacen en su lugar.
¿Esto sigue siendo cierto en caso de déficit del balance de pagos estadounidense?
Absolutamente.
¿En caso de déficit muy importante?
Lo mismo.
¿En caso de déficit ilimitado?
También.
¿Qué ocurre si los Estados Unidos están en déficit?
"En primer lugar, ellos pagan a sus acreedores en dólares, mientras que los otros países en general no pueden pagar con su moneda nacional. Pero esto no es lo importante. Si el acreedor exige que se le pague en marcos, el Banco estadounidense venderá dólares contra marcos. Lo importante es que los dólares destinados a pagar el déficit pesarán sobre el tipo de cambio dólar-marco, dólar-yen, dólar-franco, etc. Esta presión bajará la cotización del dólar por debajo de la paridad oficial, y cuando se llegue al punto de intervención obligatoria del Banco Central interesado, éste comprará dólares con su moneda nacional. El déficit estadounidense puede, literalmente, ser ilimitado. Por convención, por regla de juego, los dólares emitidos para financiarlo deben ser adquiridos a tipo de cambio fijo por los Bancos centrales de los países que tienen un excedente frente a los Estados Unidos" (Denizet, Jean, La naissance du système central, en: Crise persistante du système monétaire international, Cahiers Français de la Documentation Française, n° 198, octubre-décembre 1980).El sistema de Bretton Woods estableció pués un privilegio exorbitante a favor de los Estados Unidos en materia de pagos internacionales, que en los hechos, sirvió para que el resto del mundo financiara su déficit presupuestario.
"La creación de dólares está al servicio de la política económica estadounidense, sin tener en cuenta su impacto sobre las relaciones internacionales" (Lelart, Michel, Le système monétaire international, Editions La Découverte, 1993, pág. 55).
Los Estados Unidos tenían en 1992 una deuda neta de 521 mil millones de dólares y una deuda bruta de más de 2 billones 500 mil millones de dólares (total de los dólares transferidos a no residentes) que corresponde a una creación de moneda internacional por los Estados Unidos, que ha progresado a un ritmo anual del 14 por ciento de 1978 a 1992. (Lelart, págs. 95-97).
"Si los Estados Unidos importan más de lo que exportan, es porque consumen más de lo que producen, gastando un ingreso que no han ganado... Es así como el país más rico se alimenta del ahorro de los otros, incluido el de los países en vías de desarrollo, cuando estos llegan a reembolsar una parte de su deuda" (Lelart, pág. 97).
Es decir, se abandonó un principio ordenador del sistema monetario (el sistema de cambios fijos) pero se mantuvo en los hechos al dólar como moneda internacional, de manera que todo el resto del mundo continuó subvencionando la economía del los Estados Unidos, pues los Bancos centrales de los otros países siguen interviniendo para evitar la baja del dólar.
Es cierto que las intervenciones de los Bancos centrales son cada vez más inocuas, pues poco pueden hacer frente a las sumas fenomenales puestas instantáneamente en juego en el mercado financiero internacional para especular con las monedas nacionales.
Hace unos meses que se viene hablando de que la economía estadounidense ha perdido impulso por no decir que ha entrado en un período de recesión. Las cifras de desocupación o de paro parcial han comenzado a aumentar, incluso en las industrias de tecnología de punta. Pero lo curioso es que, por ahora, el consumo popular no se estanca ni disminuye ("Le Figaro Economie", Paris, 7-8 de julio 2001).
Se puede suponer que la estabilidad de la demanda de las familias en los Estados Unidos (dejando de lado el efecto negativo sobre la misma producido por los atentados del 11 de setiembre) se debe a que una parte de la población de Estados Unidos completa sus ingresos con el beneficio de acciones u otros productos financieros colocados en industrias extranjeras. Es decir, para decirlo de manera esquemática, que una parte de las familias de Estados Unidos mantienen su nivel de consumo recibiendo parte del valor producido por los trabajadores de industrias europeas, por ejemplo. Es decir que, como citábamos hace un rato, el país más rico del mundo se alimenta del ahorro de los otros.
En síntesis, el capital financiero transnacional está funcionando como una bomba aspirante del valor y las riquezas producidas por el trabajo en todo el mundo, riqueza que de esta manera se concentra en pocas manos y en ciertas regiones del planeta, particularmente en los Estados Unidos.
Es particularmente ilustrativo un artículo de Ronald Mc Kinnon, profesor titular en el Departamento de Ciencias Económicas de la Universidad de Stanford, publicado en junio de 2001 en "Finances et Développement", revista trimestral del Fondo Monetario Internacional.
Dice el profesor McKinnon: "Durante el último decenio, el ahorro de las familias [en Estados Unidos] ha disminuido más de lo que el ahorro público (expresado por los excedentes presupuestarios) ha aumentado en el mismo periodo. El enorme déficit del balance de pagos de las transacciones corrientes de Estados Unidos, de alrededor del 4,5% del PNB en el año 2000, refleja ese desequilibrio del ahorro. Para financiar un nivel normal de inversión interior -históricamente alrededor del 17% del PNB- los Estados Unidos han debido utilizar ampliamente el ahorro del resto del mundo. "Malas" reducciones de impuestos - las que reducen el ahorro público sin estimular el ahorro privado - podrían incrementar esa deuda con el extranjero. "Desde hace más de veinte años, los Estados Unidos recurren ampliamente a las reservas limitadas del ahorro mundial para sostener su alto nivel de consumo - la de la administración federal en los años 1980 y la de las familias en los años 1990. Las entradas netas de capitales son actualmente más importantes que en el conjunto de los países en desarrollo. Es así como Estados Unidos, que era acreedor del resto del mundo a comienzos de 1980, se ha convertido en el más grande deudor mundial: unos 2 billones 300 mil millones de dólares en el año 2000." Los balances de las familias y de las empresas en Estados Unidos muestran el efecto acumulado de los préstamos privados obtenidos en el exterior desde hace diez años. La deuda de las familias alcanza ahora un record de 1,1 veces los ingresos disponibles y la deuda de las empresas es también muy elevado con relación a su flujo de fondos (cash-flow).
(*) Alejandro Teitelbaum lleva años viviendo en Francia, obtuvo el título de abogado en la Universidad de Buenos Aires.
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