El señor Carbón habia evidentemente perdido toda la razón. Lo dejé triturar sus relojes y huí a toda carrera. En una curva del camino vi un enorme guijarro de unos tres metros de alto. Me lancé de cabeza y me zambullí dentro de él. Estaba salvado. Podía contemplar el porvenir con tranquilidad. Me instalé. -Del libro: "Mueran los Cabrones y Los Campos del Honor" de Benjamín Perret-
Por: Michel Balivo
Tomado de: La Jiribilla - CUBA
Preguntarnos si es posible o no cambiar el mundo, es poner la carreta delante del caballo. Lo que tenemos que preguntarnos es qué potencia tienen nuestro cerebro, corazón, manos y piernas, y si por casualidad los tenemos de adorno.
¿Qué es el mundo sino el resultado de nuestras acciones? ¿Y qué son nuestras acciones sino la expresión de nuestro poder creativo y transformador de toda materia prima, natural o histórica, para adaptar al mundo a nuestras necesidades, siempre en creciente ascenso o evolución además?
¿No decimos que el ser humano es el rey de la creación? ¿Es un eslogan de moda o es algo que nuestra historia confirma? Si con dinero y sin dinero seguimos siendo el rey, entonces lo único que cabe es ponernos de acuerdo en cuáles son las prioridades, dejar de lado las discusiones teóricas secundarias, las dudas intelectuales y simplemente poner manos a las obras.
Si no nos sentimos con la fuerza y la capacidad de transformar el mundo, entonces no hemos aprendido nada de nuestra historia, que se convierte en un fatuo adorno. Si no tenemos confianza en nuestras facultades naturales, entonces la fuerza de nuestras emociones se contrapone consigo misma, enredada en nuestras dudas y confusiones intelectuales.
Muchos me dicen que veo la historia como quiero verla. ¡Por supuesto! ¿O es que acaso no se han dado cuenta aún que toda mirada es intencional y que en su trasfondo atencional vibra una pregunta, una búsqueda, un deseo? ¿Cuál creen entonces que es el motor de la historia y de cada humana acción? ¿No resulta evidente que en realidad no vemos, sino interpretamos?
Si es la duda y el temor quien mira en ti, eso es lo que has de ver. Si es la confianza y la solidaridad, ese será el paisaje que organices y reconozcas. Me dicen que la acción debe ser reflexiva y esclarecida. ¡Por supuesto!
Pero cuando el esclarecimiento dura diez, veinte, treinta años, da para sospechar que seguirás sentado hasta que la falta de vitalidad te postre y horizontalice. Entonces solo cabe concluir que estás confundido, temeroso, frustrado, o que hay dobles intenciones e intereses en tu discurso.
¿Tanto miedo le tenemos al futuro que seguimos aferrados a nuestro “peor es nada” sin atrevernos a dar siquiera el primer paso hacia nuestros verdaderos anhelos? Y si seguimos sentados inventando preguntas para justificar nuestro temor e inercia, nuestros cómodos hábitos y creencias, sin la fuerza para decidir siquiera el primer paso… ¿será posible alguna vez dar el segundo?
Ha de llegar tarde o temprano el día en que dejemos de preguntar que somos y de buscar algún modelo zoológico con el cual compararnos e identificarnos. En algún momento hemos de decidir dejar de pensarnos con ideologías ajenas y de sentirnos con morales y creencias supersticiosas, hijas del temor.
Alguna vez aprenderemos a ser sordos a los que dan discursos sobre lo que podemos o no hacer. Todo fue imposible antes de que alguien lo hiciera por primera vez. ¿Necesitas una lista de cuantos obstáculos superamos en nuestra larga historia? Volar es de pájaros, le decían los hombres de ciencia en 1903 a los hermanos Wright. Pues mira ya por donde andamos volando.
Todos se llenan la boca diciendo que fuimos creados libres, que la libertad es un derecho fundamental. Pero espera y atiende, porque al momento siguiente vienen las normas de la libertad condicional.
Si no haces esto o lo otro se te reprime por la fuerza y tu libertad pasa a manos de alguien, de alguna institución o entidad divina, demoníaca o humana. O algún otro espantapájaros para desprevenidos.
En todo caso el discurso te lo da la autoridad de turno, la que otorga generosamente el derecho condicional de libertad con el que se supone que ya naciste. Pero bueno, con esto del libre mercado y los derechos de propiedad intelectual, ahora hay que trabajar para comprársela a las transnacionales. Además, también te otorgan la mayoría de edad para tomar decisiones y abrir tu cuenta de ahorros en el banco y están rebajando la edad a la que puedes empezar a trabajar.
Y alégrate, está ya en discusión si tienes derechos sobre tu cuerpo, sobre tu función sexual, sobre tu vida y tu muerte. Y, además, son los representantes que tú elegiste los que lo están discutiendo. ¿Tú les encomendaste la tarea? Bueno, no te preocupes, dentro de cuatro o cinco años los castigas con tu voto.
A mí todo esto me hace sospechar que alguna corporación extraterrena compró o patentó los derechos intelectuales sobre la genética humana y que las elites son sus representantes y no los nuestros como se esfuerzan en hacernos creer. En fin, bromas aparte y volviendo al tema, creo que ya es hora de que dejemos de dudar, preguntar y esperar.
Ha llegado el momento de que dejemos de pedir lo que siempre fue nuestro y nunca le otorgamos a nadie. Me parece ridículo que estemos reclamando derechos cuando lo que corresponde es asumir nuestras capacidades y responsabilidades.
De nada sirve que aparezcan líderes dispuestos a darle poder al pueblo mientras nosotros no estemos dispuestos a tomarlo y asumirlo. Mientras sigamos sintiéndonos impotentes mendigos, seguiremos recibiendo migajas de favor.
No hay nada que preguntar ni esperar. Pongámonos en acción para comprobar el alcance de nuestras capacidades y veamos si podemos o no. Si nos equivocamos corregimos y ya. No hay nadie a quien debamos rendirle cuentas ni pedir disculpas si somos autorresponsables.
No hay modelos en los que debamos encajar, ni huella que sean obligatorio seguir. Nosotros decidimos cómo queremos vivir y nos orientamos conductualmente en esa dirección. Eso es todo. Si en el camino o cuando llegamos a tal modelo hemos ya aprendido que queremos algo mejor o diferente, pues corregimos la dirección y ya. Así de simple.
Ese modelo o paisaje que elijamos no es solo externo, incluye la imagen de nosotros mismos que se va transformando estructuralmente con el paisaje. Porque como dije, si es el temor y la mezquindad quienes miran, no verán lo mismo que la alegría, la solidaridad, la generosidad, la creatividad. Y según ves, así orientas tu acción, así construyes. Así siembras y cosechas.
En definitiva, más que pensar si podemos o no cambiar el mundo, se trata de si por temor preferimos vivir en la jaula de oro de nuestros hábitos hasta morir de tristeza y aburrimiento, como cuentan que les sucedía a las sirenas que renunciaban a su mundo por amor a los humanos.
O si en lugar de escuchar cantos de sirena, decidimos proyectar nuestra poderosa y creativa imaginación en una ilimitada aventura a futuro, ¿qué utilidad puede tener hipnotizarnos con dudas y límites? ¿No sería mejor y más útil poner nuestra fuerza y confianza en nuestra capacidad de transformación de la realidad, en lugar de adorar instituciones que nosotros mismos concebimos y que ya resultan estrechos vestidos?
Sabemos, y toda la historia da testimonio, que todo fue imposible hasta que lo sentimos y asumimos cual reto y decidimos hacerlo. Entonces, ¿por qué tanto énfasis en las limitaciones?
Nuestra literatura y hasta nuestra experiencia cotidiana está llena de seres humanos que tienen experiencias paranormales, poniendo en evidencia que nuestras benditas leyes y categorías espaciales y temporales no son sino relatividades.
¿Por qué entonces concebimos nuestros horizontes futuros como monótonas letanías de esforzado trabajo y aburridas rutinas interminables, que solo conducen a un terrenito de dos metros por uno y que además hay que tenerlo ya pagado para no molestar a los demás?
No faltará quien diga que me estoy metiendo en arenas movedizas y abandonando el piso firme. ¡Pero justamente de eso se trata! Cuanto más lejos te proyectas al futuro, cuanto más grande es el reto que asumes, mayor es la fuerza interna o emocional que movilizas o actualizas.
Puestos a opinar, ¿qué importa si llegas a realizarlo o no? El tema es la fuerza, la dignidad, el valor que le das a tu vida y a la ajena. Si con la obligación de algo nacimos, es la de elegir qué vida queremos vivir, qué guión y argumentos le daremos a nuestra película. Esa es nuestra esencial responsabilidad.
Por: Michel Balivo • Argentina
ADELANTE Y A FONDO CON LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
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