Por, Martín Guédez
Raúl Isaías Baduel, aseguró que todo el
"personal militar que tuvo vinculación
con el hecho fue puesto a la orden de
los organismos competentes" y el parque
de armas fue sometido a una experticia.
"personal militar que tuvo vinculación
con el hecho fue puesto a la orden de
los organismos competentes" y el parque
de armas fue sometido a una experticia.
Los medios del terror están de fiesta. Todos a una como en fuenteovejuna rodean el cuerpo de la Fuerza Armada semejando una manada de hienas. Lo que los mueve no es el dolor por lo ocurrido en la Victoria -¡qué les importa la vida!- sino la necesidad de desgarrar y destrozar la institución armada. Esta vez no han podido involucrar directamente al presidente Chávez, como sí lo hicieron con el lamentable caso de Fuerte Mara. No pudo esa hiena con forma humana a la que llaman “Matacuras” hacer lo que hizo en aquella oportunidad: “soldados mandados a quemar por el teniente coronel Chávez”. Sin embargo, presienten el buen bocado y clavan sus colmillos en la institución armada. Lamentablemente para ellos en el pecado llevan la penitencia. La situación permite ver como actuaron cuando eran los beneficiarios del régimen puntofijista y como lo hacen ahora. Qué se traían entonces y qué se traen ahora.
En octubre de 1988, en el pequeño poblado de El Amparo, justo en el mismo Estado Apure, un grupo integrado por militares adscritos al Comando Específico José Antonio Páez, junto a miembros civiles de los cuerpos de seguridad del Estado, asesinaron a 15 pescadores. La noticia recogida en todos los medios de la época con uniformidad sorprendente, fue que un “campamento guerrillero fue detectado por las fuerzas de seguridad del estado y se produjo un enfrentamiento”.
Tanto los jefes militares como el Ministro del Interior e incluso el propio Presidente Lusinchi avalaron la versión. Las ropas de las víctimas y la ausencia de armas –solo días después- inició un proceso de desconfianza en la opinión pública. Radio bemba y el dolor intuitivo hizo el resto. A lo largo de esos días no es posible descubrir en el archivo noticioso de la época ni una sola referencia a la moral e integridad de las Fuerzas Armadas (en plural como correspondía). A las Fuerzas Armadas, ni al tristemente célebre asesino Henry López Cisco, ni el más leve roce con el pétalo de una rosa. La proverbial complicidad de los medios con “su” sistema diciendo presente. Sólo algunos periodistas –como siempre- en forma arriesgada y personalísima rompieron el secuestro de la información. Eran aquellos tiempos de la Cuarta República que tanto añoran. Eran los tiempos en que la SIP o el relator para los Derechos Humanos de la OEA veían todo perfecto en Venezuela.
Ahora, en la Quinta República, ocurre un hecho lamentable en el sector La Victoria del Alto Apure, en total ocho personas pierden la vida supuestamente a manos de miembros de la Fuerza Armada. Más allá de los detalles que aún no conocemos algo es distintivo. La actitud inequívoca de los actores fundamentales en el hecho y la forma de recogerlo los medios es lo más significativo. En este caso, la Fuerza Armada, en la persona de este hombre y militar íntegro que es Raúl Isaías Baduel, respaldado por todo el alto mando militar se apresura a dar la cara. No se inventan enfrentamientos. Se señala desde un principio la responsabilidad de uno o más miembros de la Fuerza Armada en el hecho. Alguien podría decir que la rueda de prensa no fue lo suficientemente explícita. Cualquier persona no animada por la mala ralea sabe que no es así. El general Raúl Isaías Baduel dijo lo que para ese momento podía decir. Sin faltar a la verdad señaló el estado de la investigación. ¡Que diferencia con aquellas ruedas de prensa de Octavio Lepage o los jefes de la PTJ o la DISIP!
La gran diferencia, además de la consabida intención de convertir un crimen en enfrentamiento, está en los medios de desinformación. Repugnante, despreciable y nauseabundos, resultan los denodados intentos por enlodar la institución armada. ¡Bien saben ellos que es un pilar fundamental de la democracia participativa y protagónica que deben destruir! Ayer: silencio y complicidad; hoy: alharaca, escándalo, manipulación, manejo deshonesto de la información, creación de matrices de opinión, generación de testimonios exaltados. ¡El pueblo ya los conoce! ¡El pueblo no se deja engañar! Bien sabe este pueblo lo que se traen. Con el trapo rojo del Conde er Guácharo frivolizan el escenario político mientras clavan los colmillos en el verdadero objetivo. ¡Que nadie se engañe! Para sembrar paramilitares en Venezuela requieren la desmoralización de la Fuerza Armada. En una institución armada con alta moral, unida a un pueblo, tienen el obstáculo más severo. ¡Contra pueblo y Fuerza Armada van! ¡No podrán, pero cómo se empeñan!
Por, Martín Guédez
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